
Formación integral y adaptación universitaria de estudiantes de Derecho y Trabajo Social, Unicervantes sede Mocoa
62 Zuly Aidé Gómez-Burbano
Ingrid Selene Torres-Rojas
Revista Unimar Revista Unimar Julio-diciembre 2025Julio-diciembre 2025
e-ISSN: 2216-0116e-ISSN: 2216-0116 ISSN: 0120-4327ISSN: 0120-4327 DOI: https://doi.org/10.31948/rev.unimarDOI: https://doi.org/10.31948/rev.unimar
Rev. UnimarRev. Unimar Vol. 43 No. 2 pp. 60-74Vol. 43 No. 2 pp. 60-74
Introducción
La educación superior en Colombia es un
reto que se ve reflejado en el hecho de que
la gran mayoría de las instituciones de corte
superior son privadas, y las públicas cuentan
con muy pocos cupos para la población en
general. Sumado a esto, una vez se ingresa a la
universidad, el individuo, sin saber, se enfrenta
a nuevos cambios drásticos en los ámbitos
académico, social, emocional, personal y, a
veces, familiar. Esto, en ocasiones, dificulta que
los estudiantes se adapten a ese nuevo estilo de
aprendizaje o a ese nuevo estilo de vida; trae
consigo consecuencias como el aplazamiento,
cancelación o deserción, especialmente en los
primeros semestres de la carrera.
Es fundamental reconocer que la educación es un
proceso que posibilita la transformación positiva
del ser humano en todas sus dimensiones.
Para su desarrollo óptimo, está vinculada a un
concepto indispensable en el ámbito pedagógico:
la formación integral. Este ha sido ampliamente
debatido, investigado y abordado, y constituye
el propósito esencial que deberían asumir todas
las instituciones educativas, sin importar el nivel
de formación que orienten.
Sin embargo, cabe preguntarse si la formación
integral realmente se conoce y se practica
o si permanece únicamente como un ideal
expresado en el discurso. En muchos casos, las
universidades parecen limitarse a actuar como
espacios donde los estudiantes se convierten
en receptores pasivos de conocimiento, el cual
deben memorizar y reproducir. No obstante,
la formación integral implica un proceso más
amplio, que abarca componentes fundamentales
del ámbito educativo, como la enseñanza, el
aprendizaje, la didáctica, la metodología y
el currículo. Estos elementos, de una u otra
forma, se articulan con la cotidianidad del ser
humano desde el momento en que ingresa a
una institución educativa y comienza a vivir
experiencias formativas en su día a día. Dichas
experiencias alimentan diferentes dimensiones:
corporal, cognitiva, comunicativa, estética,
espiritual, social y valorativa, enmarcadas
desde la subjetividad del individuo y que se
deben desarrollar de forma óptima en las
instituciones (Letort, 2016). Así mismo, Nova
(2017) señala que la formación integral es una
práctica de educación que considera al ser
humano como un individuo multidimensional.
Al adoptar esta formación como misión de las
instituciones, se debe reconocer la existencia
de dichas dimensiones y diseñar estrategias
que se orienten al desarrollo equilibrado y pleno
de cada una de ellas. Es decir, el acto de la
educación transciende más a lo personal, no
es únicamente el hecho de dictar una catedra
común, memorizar conceptos, aprender
leyes, inglés, matemáticas o cumplir una
malla curricular; es trabajar también en las
necesidades de los estudiantes universitarios,
donde se forjen espacios para gestionar una
formación integral que busque fortalecer ese
proceso transitorio de la vida.
En este orden de ideas, la educación consta de
muchos niveles, uno de ellos es la educación
superior, que para algunas personas es quizás
difícil de sobrellevar, más aún cuando no se
es consciente del grado de responsabilidad
y compromiso que se adquiere, quizás por la
corta edad en que se ingresa a la universidad o
por el cambio de una metodología de escuela a
una universitaria. Para solventar esta dificultad,
presente en todas las instituciones de educación
superior, se debe fortalecer las destrezas y
hábitos que puedan permitir que los estudiantes
se enfrenten adecuadamente a los retos que
implica la vida universitaria.
Al respecto, el Ministerio de Educación Nacional.
(2009) reconoce esta situación como una
problemática que requiere de intervención, en
especial en los cuatro primeros semestres de la
carrera profesional, ya que es el tiempo en el cual
se presentan las tasas más altas de deserción.
Este fenómeno está relacionado con múltiples
causas: económica, social, política, familiar,
ocupacional, adaptación al ambiente, entre
otras. Sobre el tema, universidades y personas
han realizado investigaciones, proyectos,
estrategias, programas, técnicas y demás
relacionadas. Una de ellas es la reconocida
Universidad del Valle (2024), que, a través de la
estrategia ASES, estableció múltiples acciones
para el acompañamiento en la adaptación de
los estudiantes a la vida universitaria, como