
El aprendizaje social: compromiso para asumir retos en las aulas disruptivas
44 Leisa Daniela Rodríguez Rodríguez
Melanny Paola García López
Revista Unimar Enero-Junio 2025
e-ISSN: 2216-0116 ISSN: 0120-4327 DOI: https://doi.org/10.31948/rev.unimar
Rev. Unimar Vol. 43 No. 1 pp. 41-55
la información por esquemas metacognitivos,
información que va descubriendo por medio de
la observación y la convivencia en el entorno;
todo esto se suscita acorde con el avance que
va demostrando en su propio desarrollo, de
forma independiente y creativa.
Desde esta perspectiva, el Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar (ICBF, 2021) confirma
que, para los niños, es indispensable tenerlos
en cuenta como sujetos con derechos, donde
se les brinde oportunidades de interactuar
con la sociedad, debido a que cada uno da
aportes que vinculan su contexto. De ahí que
la necesidad educativa de formarlos con la
destreza de adaptabilidad a diversas situaciones
se constituye en un aporte fundamental a las
características propias de su desarrollo, que
deben ir más allá del aula y así puedan enfrentar
retos según la etapa de desarrollo en la que se
encuentran.
Entonces, en las primeras etapas de la
educación, es común observar algunas
conductas disruptivas, las que se caracterizan
por algunas dificultades en el desarrollo normal
de las actividades y el aprendizaje. Tal como lo
señalan Gómez y Tapia (2013, como se citó en
Rogel, 2017), estas conductas disruptivas pueden
definirse como aquellos comportamientos
inadecuados que obligan al docente a invertir un
tiempo considerable en su manejo, en deterioro
de las actividades pedagógicas.
Villavicencio et al. (2020) clasifican las conductas
disruptivas en tres tipos: 1) manifestaciones
motoras, movimientos constantes en el puesto,
levantarse con frecuencia, realizar actividades
ajenas a la clase, consumir alimentos dentro del
aula, salir del salón o ponerse de pie de forma
repetitiva; 2) manifestaciones verbales, incluyen
hablar constantemente en el aula, usar lenguaje
inapropiado, insultar, silbar, murmurar, gritar y
burlarse de los demás, y 3) manifestaciones
físicas, se caracterizan por actos agresivos como
golpear, dañar objetos personales y ajenos, y
empujar a los compañeros.
Es importante destacar que estas conductas
disruptivas no solo afectan el proceso de
aprendizaje de los estudiantes involucrados, sino
también el de todo el grupo. Entonces, las aulas
disruptivas se caracterizan por la presencia de
comportamientos inapropiados dentro de las
instituciones educativas, donde el rol docente
es crucial. No solo se interrumpe el aprendizaje,
sino que se vulnera la convivencia y el bienestar
de los niños. El docente, al estar inmerso en
estas aulas y tener una relación directa con
estas situaciones, debe estar capacitado
para abordarlas de manera adecuada y en el
momento oportuno.
Desde otro punto de vista, el desarrollo
afectivo, se constituye en un factor relevante,
dado que las personas poseen un esquema
emocional desde su nacimiento, mediante el
cual se desenvuelve en el contexto. Según
Piaget, el desarrollo emocional de un niño
está estrechamente vinculado al desarrollo
cognitivo, y comienza con una búsqueda
instintiva del afecto materno. Sin embargo, a
medida que el niño atraviesa las distintas etapas
de su desarrollo, surge una distinción entre
los estímulos placenteros y los amenazantes,
lo que fomenta una relación más matizada
entre sus estados emocionales y su entorno.
Esta interacción de las dimensiones afectiva y
cognitiva dota a los niños de las herramientas
necesarias para adaptarse emocionalmente,
siempre que se establezca un vínculo seguro
caracterizado por el respeto de los límites
personales (Equipo Editorial Eres Mamá, s.f.).
Así mismo, en las etapas tempranas, se toma en
cuenta las habilidades sociales, cuyo término se
refiere a un conjunto de comportamientos que
le permiten a una persona desarrollarse en un
contexto interpersonal o individual, posibilitando
la expresión de sentimientos, deseos, actitudes,
derechos u opiniones de manera adecuada
a la situación, lo que facilita la generación de
soluciones a problemas actuales o futuros. En
sintonía, Villegas et al. (2018, como se citó
en Mendoza-Medina, 2021) establecen que las
conductas se manifiestan como una variedad de
comportamientos que denotan una interacción
social exitosa. Además, se caracterizan por la
facilidad para expresar pensamientos sin dañar a
los demás, la capacidad de expresar emociones
y puntos de vista, la habilidad para trabajar en
conjunto y con empatía, así como la capacidad
de adaptarse a diferentes entornos sociales.