
Educación virtual: empleo, ciudadanía y autonomía docente
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César Silva Montes
Revista Unimar Julio-Diciembre 2024
e-ISSN: 2216-0116 ISSN: 0120-4327 DOI: https://doi.org/10.31948/rev.unimar
Rev. Unimar Vol. 42 No. 2 pp. 127-137
mixta. En este escenario, George et al. (2022)
esbozan que la competencia digital es un activo
que debe poseer el profesorado del siglo XXI y
debe convertirse en un humanismo digital para
el éxito en su labor. Los autores también incluyen
los aspectos pedagógicos y comunicativos, pero
el centro es el manejo de la tecnología. Ante
estos argumentos, la Aguerrondo et al. (2006)
había advertido los extremos del uso de las TIC:
apología para el desarrollo cognitivo y nuevas
maneras de aprender versus apocalipsis como
despersonalización.
En contraste, se manifestaron situaciones de
estrés, pérdida de contacto con el estudiantado
y problemas de vigilancia. Las nuevas
responsabilidades y exigencias derivadas de la
pandemia acrecentaron el tiempo de trabajo del
profesorado para preparar las clases, conectarse
adecuadamente y seguir al estudiantado en
formatos diversos. Específicamente, el magisterio
percibió una disminución en las condiciones para
equilibrar el trabajo doméstico y el pedagógico.
Para las docentes, se intensificaron las jornadas
laborales en el aula, las tareas administrativas y
de planificación, además del trabajo de cuidado
no remunerado (Naciones Unidas, 2020).
Asimismo, la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (Unesco) y el Fondo de la Naciones Unidas
para la Infancia (Unicef) investigaron sobre este
aspecto en seis países de América Latina, entre
2019 y 2020, en el nivel de secundaria, en la cual
señalaron que la juventud, independientemente
de sus condiciones de vida, manifiesta desgano
y desmotivación con la educación a distancia.
Algunos de los motivos de esta actitud fueron
la pérdida de trabajo del padre, el cansancio
por el tiempo excesivo frente a la pantalla y la
ausencia de apoyo para comprender algunos
temas (Huepe et al., 2022).
En el caso de México, Villalpando (2021), a
diferencia de Maureira-Cabrera et al. (2020) y
Suárez (2018), quienes destacan que el alumnado
aprende a su ritmo, es más colaborativo, existe
mayor diálogo entre docentes y estudiantes,
y fomenta la mentalidad crítica y creativa,
exhibe varias dificultades: obstáculos en la
socialización por la virtualidad; problemas para
el trabajo en equipo (no encender las cámaras
y no conocer a quien se educa) y desinterés
por interactuar. Otras dificultades se refieren
a las barreras para la conexión, la distracción
del estudiantado con las redes sociales, la
realización de otras actividades durante la
clase y el aumento del tiempo laboral para la
preparación de clases y el seguimiento de las
tareas realizadas por el alumnado.
En un intento por alejarse de las contradicciones
entre apologistas y apocalípticos, tampoco
es conveniente renunciar a una visión crítica
de las TIC y la IA en la enseñanza, tanto
en la producción como en la sociedad. En
consecuencia, González (2018) postula el análisis
de la instrumentalización tecnológica hacia el
control social y rechaza el desplazamiento del
ser humano en el acto de pensar, diseñar y
preparar los mensajes por computadoras. En
la educación, esto implica que el profesorado
no dependa de la tecnología y se convenza
de que el medio solo tiene contenido cuando
lo elabora una persona. Respecto a las TIC,
Bernard (2006) las concibe en la inmediatez
y como una postura para consumir el tiempo
libre, más que para el silencio, la reflexión y el
análisis. Incluso las ubica con una función más
comercial que académica.
Entonces, el profesorado no manifiesta una
simple resistencia al cambio por su escepticismo
hacia el uso de las TIC, sino que observa los
efectos en la autonomía de las personas. Más
que el instrumento, interesa deliberar sobre sus
efectos. Así, es pertinente recordar a Fromm
(1992), quien aludió a la tecnología humanizada,
declarando que el ser humano no es un diente
más de la máquina, sino que ahora será un
algoritmo. Señaló que la primera Revolución
Industrial sustituyó la energía del hombre y el
animal por la mecánica, y la segunda reemplazó
el pensamiento humano. Además, advirtió que
no se debería priorizar el consumo, la eficiencia
de la producción ni la certidumbre de la
predictibilidad de la computadora, que desdeña
los juicios, emociones y decisiones humanas.
Recientemente, Sadin (2020) opinó sobre las
nuevas tecnologías, señalando que se esperan
verdades desde la interpretación automatizada
con algoritmos que disminuyen la aptitud para
elaborar juicios.