
La perspectiva de los oyentes sobre la comunicación con personas Sordas
182 Edison Francisco Higuera Aguirre
Sandra Verónica Ordóñez Guamán
Revista Unimar Enero-Junio 2024
e-ISSN: 2216-0116 ISSN: 0120-4327 DOI: https://doi.org/10.31948/rev.unimar
Rev. Unimar Vol. 42 No. 1 pp. 174-188
la vida diaria en la que las personas Sordas
no cuentan con este apoyo. Además, se debe
mencionar que existen algunos ámbitos de la
vida personal en los que las personas Sordas
preferirían desarrollarlos sin su presencia
(Quiñones, 2019; Villamizar et al., 2020),
como en los casos que requieren privacidad.
Por otra parte, los resultados del estudio
revelan que un elevado porcentaje de la
población encuestada considera injusto que
solamente las personas Sordas se esfuercen
por establecer canales de comunicación con las
personas oyentes. Sin embargo, esta opinión
contrasta con las escasas acciones realizadas
por la sociedad civil para reducir la brecha de
comunicación entre personas Sordas y oyentes
(Gómez y Posada, 2012). Entre otros, se
pueden mencionar algunos esfuerzos aislados
que se realizan con esa finalidad, por ejemplo,
algunos profesionales de la salud han diseñado
estrategias para atender a las personas Sordas
en el ámbito hospitalario (Méndez et al., 2011;
Barranco et al., 2016). Otros autores han
destacado el uso de dispositivos y aplicaciones
tecnológicas para facilitar la comunicación entre
personas oyentes y Sordas, aunque ninguna
encaminada a la difusión de la lengua de señas
(López et al., 2010; Alain y Vejarano, 2016;
Ferrandis, 2018; Pérez-Baquero et al., 2020;
Caiza et al., 2020).
También, se establece que un alto porcentaje de
consultados desea comunicarse con las personas
Sordas sin la mediación de un intérprete, para
lo cual estarían dispuestos a realizar acciones
extraordinarias como el aprendizaje de la
lengua de señas. Con relación a estos datos,
se debe señalar que en Ecuador no se han
realizado estudios que permitan comparar y
confirmar o desmentir estos resultados. Por el
contrario, en este territorio se puede constatar
la existencia de una población que, en su
mayoría, se caracteriza por la discriminación,
la insensibilidad ante la diversidad y por el
desconocimiento de la realidad de esta minoría
lingüística (Maldonado et al., 2018). Estos datos
se pueden confirmar por medio del testimonio
de algunas personas Sordas del Ecuador (Equal,
2020; Teleamazonas Ecuador, 2022) y del Perú
(Iquique TV Noticias, 2017), quienes consideran
que se encuentran en medio de una sociedad
excluyente, que privilegia la comunicación oral
(Palma-García, 2022). A partir del análisis de
la realidad, se puede afirmar que solo algunos
familiares y amigos de las personas Sordas
se logran comunicar por medio de lengua
de señas (PBNI México, 2018), y que, por el
contrario, ha existido un olvido, casi histórico,
de la problemática de parte del Estado, pues
aunque no han faltado algunas leyes que, en
teoría, protegen los derechos de las personas
Sordas, en la práctica no se ha generado un
cuerpo normativo que los ampare de forma
integral y que promueva condiciones generales
y equitativas de comunicación entre personas
Sordas y oyentes.
Como complemento de esta realidad y en
contradicción con los resultados de la presente
investigación, no se puede afirmar que la sociedad
ecuatoriana se encuentre comprometida con el
aprendizaje de la lengua de señas, orientada
a la comunicación horizontal con las personas
Sordas. Todavía existen mecanismos de
exclusión y ocultamiento de la problemática que
envuelve a las personas Sordas y las condena
a un círculo en el que únicamente existe la
comunicación entre pares. De ese modo, se
mantienen las barreras de exclusión y se priva a
esta comunidad del desarrollo pleno del derecho
a la comunicación.
De todos modos, se reconocen los esfuerzos
aislados que reflejan la preocupación de los
profesionales de la salud, como médicos
(Coronado y Orozco, 2020), enfermeras
(Rivera-Montiel y Agama-Sarabia, 2021) y
odontólogos (Quezada, 2019), los profesionales
del turismo (Riofrío, 2019), el periodismo
(Colobon e Izquierdo, 2021), los antropólogos
visuales (Manzano, 2022), los ingenieros (Aldás
y Gavilánez, 2022) y los educadores (Cevallos,
2017; Caza y Chacaguasay, 2021; Murriagui
y Moreno, 2021; Mejía y Ullauri, 2022; Pulla,
2022) sobre la necesidad de establecer canales
tecnológicos y humanos que permitan la
comunicación entre personas Sordas y oyentes
durante el ejercicio profesional y la vida diaria.
Una de las principales limitaciones del estudio
fue la aplicación de la encuesta en el contexto
del desarrollo de los talleres de sensibilización
sobre las necesidades de comunicación de la