
Imposiciones bilingües colombianas y culturales sobre las epistemologías lingüísticas del sur
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Alex Fernando Burbano Rosero
Queda claro, entonces, que para atacar el
imaginario de los pueblos en conquista es
menester llegar a su educación, por ello, es
muy importante que las autoridades, como los
profesores, ayuden a este cometido, algo que,
en el libro Orientalismo de Said (2008), se dice
empezó a ser creado desde las ciencias sociales.
Al respecto y para adentrarse a lo ya dicho por
el MEN, Surth (2015) maniesta:
A este respecto Freire (2004), reexiona
acerca del poder colonizador del docente
sobre las mentes de los estudiantes, del
poderío que éste ejerce sobre los educandos
y la docilidad y aceptación de esta condición
que no hace más que fortalecer la relación de
supremacía de uno sobre otros. Otras formas
de poder similares son padre-hijos, sacerdote-
feligreses, medios de comunicación-usuarios,
entre otras. En estas y otras relaciones, existe
una especie de consenso que ratica no solo
la supremacía del poder, sino que al mismo
tiempo se justica su coexistencia. (p. 30)
Desde estos puntos de aprendizaje y de creencias,
las sociedades son fáciles de dominar, pues, con
la imposición de un nuevo lenguaje, también
se impone un nuevo sistema de signos para
la sociedad, una simbología nueva cambia los
imaginarios de las personas. En Latinoamérica,
este fenómeno es muy notable cuando se trata
del tema de la religión, que, al principio de los
tiempos, ni siquiera podía ser tomada como
palabra plural, pues solo era permitido una: la
religión traída desde España y obligada a asumir.
En tal sentido, al hablar con varias personas que
viven en el territorio, inclusive para casi todas
las personas en su niñez, tienen como imagen
acústica (lo que las personas se imaginan al
escuchar una palabra) de la palabra Dios a una
persona con el pelo largo, barba, ojos azules,
delgado y de piel blanca, es decir, para los
creyentes de la religión católica: Jesucristo;
sin embargo, no se tiene en cuenta su lugar
de procedencia, trabajo e identidad racial, ya
que tal representación dista de una real. Otros
cambian esa imagen por la de su padre, alguien
exactamente igual a él, pero de mayor edad.
Para la mayoría de personas en países como
Colombia, la palabra dioses no es permitida,
ya que se asume como negación de Dios o es
considerada como blasfemia, tampoco existe
una imagen acústica de esta palabra para ellos
como un ente femenino, y mucho menos de piel
oscura o latina. Se le da poder a un ente llamado
Dios, y no se tiene en cuenta a los espíritus,
desde la espiritualidad, dejando el famoso poder
occidental en un ser que tiene el control de todo.
Desde este punto, se puede entender que, al
conquistar la lengua de una sociedad, también se
conquista su ideología, hasta llegar a olvidar las
propias ideas, olvidando lo que somos, fuimos
o quisimos ser; por lo anterior, es comprensible
que no se pueda tener una imagen acústica de
lo que es un Fomagata o cuáles son los dioses
propios de la región.
Sirva como ejemplo paradigmático el caso
de la palabra bárbaro de origen griego pero
adoptada posteriormente por los romanos.
Este término onomatopéyico designaba en
un primer momento a aquellos pueblos cuyas
lenguas eran ininteligibles, y que se percibían
como consecuencia como extranjeros,
exóticos, extraños. (Fraile, 2000, p. 72)
En este sentido, es posible pensar que el
lenguaje de cada sociedad crea a los seres que
habitan en ella, pues las palabras se adueñan de
sus pensamientos y generan una representación
de cada realidad vivida, por ende, existen
muchas lenguas alrededor del mundo para dar
abasto a sus propias realidades. En Colombia,
algunos indígenas maniestan: “el capitalismo
crea tantos artefactos, que la lengua se está
quedando corta para describirlos”, dando a
entender que cada realidad posee su propio
lenguaje, sus propias palabras para representar
su realidad.
Por lo tanto, el lenguaje es el que crea a los seres
humanos y sus realidades, y no al revés, dado
que el ser humano no puede o es muy difícil para
él imaginar cosas que no han sido nombradas, y
su adaptación a los nuevos sistemas lingüísticos
tiende a ser un proceso largo y de adaptación
social, moral y, muchas veces, ético, dado
a que, a veces, palabras extranjeras crean
un desuso de las palabras locales, trayendo
consigo nuevos rituales culturales que opacan
a los propios. Un ejemplo para explicar esto
es el nuevo San Valentin’s Day, el cual está
quedándose en nuestro territorio como una
celebración, capitalista para muchos, que opaca
la celebración propia: Amor y amistad.
Mantiene que la lengua no surge como la
creación del hablante, sino que mejor, el
hablante se convierte en sujeto solo tras
exponerse al aprendizaje de una lengua
regida por un sistema de reglas lingüísticas
determinadas socialmente. Según Foucault,
el ser humano no es libre ni autónomo, ya
que depende de un complejo sistema de
conocimiento al que denomina discurso.
(Fraile, 2000, pp. 70-71)