Creación de contenido audiovisual por parte del alumnado de pregrado para fortalecer su aprendizaje
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Rodrigo Urcid Puga
forma, incentiva el aprendizaje y la enseñanza.
A través de los dispositivos móviles y la amplia
gama de recursos que actualmente se tienen, la
creación de contenidos por parte del alumnado
es una actividad que puede desarrollarse casi
de manera inmediata y de forma autónoma.
Esta dinámica, conlleva tener un pensamiento
exible, lo cual desarrolla una actitud activa en
el alumnado (Fortanet et al., 2013).
Educación exible
La exibilidad conlleva que el estudiantado
realice sus propios contenidos para fortalecer
este proceso; por eso, la enseñanza en el
aula es una construcción que considera al
individuo, su formación y su interacción con el
medio. Por lo tanto, la exibilidad puede ser el
principio inseparable de la transformación de las
posiciones rígidas, pues, presupone variaciones
en distribuciones de poder, en principios de
control, transición en la formación de identidades
y en sus cambios (Collis y Moonen, 2006). La
exibilidad lleva a un cambio necesario en las
nuevas formas de acceder a la información
y de aprender de las generaciones actuales;
concretamente, requiere que el profesorado
tenga y desarrolle mecanismos de creatividad,
aperture un cambio en su rol y ofrezca contenidos
y/o recursos que colaboren en esta misión,
y con principio a la interpretación e ideas del
estudiantado (Ruíz y Parrilli, 2015).
En este sentido, la exibilidad educativa abarca
una serie de puntos que apoyan el proceso de
enseñanza y aprendizaje desde distintas aristas;
si bien las técnicas dentro y fuera del aula se han
ido adaptando a los cambios educativos, hay otras
que, a partir de lo antes señalado, es importante
revisar. A continuación, se mencionarán las
características esenciales del aula invertida,
técnica pedagógica que se ve envuelta de forma
directa con el estudio que se realiza.
Aula invertida
Al continuar con el tema de la exibilidad e
innovación, una de las propuestas que han
surgido ante estos tópicos es la forma en que
el alumnado concibe su aprendizaje, el ejemplo
más claro es el aula invertida. El aula invertida
es una propuesta pedagógica que ayuda al
abordaje de contenidos de forma autónoma
por parte del alumnado, además, ayuda al
aprovechamiento del tiempo de clase para
reforzar los conceptos de manera activa a través
de actividades apoyadas en el uso de las TIC que
involucran el trabajo colaborativo y la resolución
de problemas (Van-Veen, 2013).
Esta metodología se convierte en una práctica
cotidiana en diversas IES, como opción para que
el profesorado se convierta en guía que integra
aprendizajes, aclara dudas, relaciona, compara
y refuerza conceptos. Sumado a lo expuesto, es
indispensable entender que las TIC modican
la forma de enseñar y aprender, y una forma
de reforzarlo es a través del aula invertida
(González y Huerta, 2019). Además, permiten
que las universidades adopten el aula invertida
para lograr un cambio radical en los procesos de
enseñanza-aprendizaje y así empoderar más al
alumnado. La lista de actividades para fomentar
el éxito del estudiantado incluye la inclusión de
diversos elementos y dispositivos en las aulas.
Para Rivera y García (2018), el aula invertida
tiene como pilar fundamental las tecnologías;
en la medida en que se utilicen, se abre la
posibilidad de lograr que cualquier entorno
se convierta en un espacio de aprendizaje. Al
utilizar las TIC, se incorpora experiencias de
construcción y reconstrucción del conocimiento,
además, se enfoca en la elaboración de
escenarios de enseñanza que garantizan
expectativas; suma experiencias del alumnado
en las temáticas analizadas en clase para que
puedan integrarse en el proceso de formación,
que, a la vez, propician condiciones orientadas
al desarrollo integral. Para que el aula invertida
tenga un proceso exitoso, se debe reconocer que
el compromiso activo y el trabajo permanente,
tanto del alumnado como del profesorado y la
propia institución, deben ser constantes.
Innovación educativa y creación audiovisual
La innovación no puede ser impuesta, se debe
tener una cultura para el cambio, mente alerta,
crítica y disruptiva. Así, y como proceso cultural,
esta se sustenta en la búsqueda de cambios
que se adapten a la especicidad del momento
político, económico, social, cultural y ecológico
(Medina y Guzmán, 2011).