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Revista UNIMAR 34(2)- rev. UNIMAR.- 187-198.
ISSN: 0120-4327, ISSN Electrónico: 2216-0116,
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia, 2016.
Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad
RESUMEN
ABSTRACT
ISSN: 0120-4327, ISSN Electrónico: 2216-0116,
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia, 2016.
ISSN: 0120-4327, ISSN Electrónico: 2216-0116,
Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo
individualizado de sostenibilidad*
Carlos Alberto Montoya Corrales**
Cómo citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo: Montoya, C. (2016). Ciudades
latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad. Revista UNIMAR, 34(2), 187-198.
Fecha de recepción: 06 de junio de 2016
Fecha de revisión: 09 de septiembre de 2016
Fecha de aprobación: 06 de diciembre de 2016
Entre los cambios más relevantes asociados a la trasformación material y su impacto en el territorio, está la
relación del urbanismo y el deterioro ambiental, especialmente en las grandes ciudades, en las que reposan
los ideales de bienestar de la población, para cuyos habitantes, la ciudad como escenario de oportunidades
ha terminado por generar un sinnúmero de contradicciones entre el bienestar y la sostenibilidad, situación
que agrupa a gran parte de las grandes ciudades latinoamericanas que comparten una serie de problemas
ambientales comunes y, aunque podría de nirse en diferente escala, lo realmente importante es que siguen
una tendencia y se convierte en un patrón.
Pero, lo complejo es la escasa individualización de algunos elementos que logren diferenciar los indicadores
de sostenibilidad entre ciudades, y la forma como impactan las políticas públicas orientadas a garantizar la
sostenibilidad de las ciudades, lo que indica la imperiosa necesidad de adoptar modelos de individualización
que permitan una mayor efectividad.
Palabras clave: ciudad sostenible, desarrollo, e ciencia energética, urbanismo.
Latin American cities: toward an individualized model of
sustainability
Among the most relevant changes associated with material transformation and its impact on the territory
is the relationship between urbanism and environmental deterioration, especially in large cities, where the
well-being of the population rests, for whose inhabitants, the city as a scenario of opportunities, has ended
up generating countless contradictions between well-being and sustainability. This situation groups a large
part of the large Latin American cities, who share a series of common environmental problems that follow
a trend and become a pa ern.
What is complex is the lack of individualization of some elements that can di erentiate the indicators of
sustainability between cities, and the impact of public policies aimed at ensuring the sustainability of cities,
which indicates the imperative need to adopt models of individualization that allow a greater eff ectiveness.
Key words: sustainable city, development, energy effi ciency, urbanism.
*Artículo de Re exión. El artículo que se presenta constituye una re exión de carácter analítico sobre la sostenibilidad de las ciudades.
Su contenido busca acercar al lector a la problemática existente entre la adopción de modelos exitosos de sostenibilidad ambiental de las
ciudades, especí camente a partir del consumo de energía, y la necesidad de avanzar en la construcción de modelos individualizados
de sostenibilidad que permitan una mayor e cacia en la implementación de políticas, planes y programas en las ciudades.
**
Doctor en Filosofía; Magíster en Ciencias Económicas; Especialista en Alta Gerencia; Sociólogo y Economista. Profesor e investigador
de la Universidad Ponti cia Bolivariana, Medellín, Colombia. Correo electrónico: carlos.montoya@upb.edu.co
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Carlos Alberto Montoya Corrales
RESUMO
Cidades latino-americanas: para um modelo individualizado de
sustentabilidade
Entre as mudanças mais relevantes associadas à transformação material e seu impacto no território está a
relação entre urbanismo e deterioração ambiental, especialmente nas grandes cidades, onde o bem-estar
da população repousa, para cujos habitantes, a cidade como cenário de oportunidades, acabou gerando
inúmeras contradições entre bem-estar e sustentabilidade. Esta situação agrupa grande parte das grandes
cidades latino-americanas, que compartilham uma série de problemas ambientais comuns que seguem
uma tendência e se tornam um padrão.
O que é complexo é a falta de individualização de alguns elementos que podem diferenciar os indicadores
de sustentabilidade entre cidades e o impacto de políticas públicas voltadas para a sustentabilidade das
cidades, o que indica a necessidade imperativa de adotar modelos de individualização que permitam uma
maior ecácia.
Palavras-chave: cidade sustentável, desenvolvimento, eciência energética, urbanismo.
1. Introducción
Si bien en el ámbito mundial son conocidos los
casos de ciudades grandes caracterizadas por su
excesiva concentración e impacto ambiental -Tokio,
Seúl, Nueva York, Osaka, Bombay, Pekín, Calcuta,
Moscú, Manila, Los Ángeles, El Cairo-, maniesto
en el consumo energético, la producción de residuos
sólidos, la incidencia en el efecto invernadero y la capa
de ozono, la destrucción de los ecosistemas y habitas
naturales, entre otros factores asociados al medio
ambiente, infortunadamente este fenómeno no les es
exclusivo; cada vez más incorpora a un número mayor
de ciudades, que aunque a escala diferente, siguen
una tendencia que parece convertirse en un patrón
donde convergen las ciudades como resultado de las
dimicas de concentracn, tal es el caso de algunas
de las más importantes de América Latina: Bogotá,
Caracas, Santiago de Chile, xico, Quito y Sao Paulo.
Y aunque existe un amplio registro de iniciativas
que ponen en práctica proyectos y modelos, ensayan
metodologías para aplacar los diferentes tipos de
contaminación, e incluso se realizan intervenciones
urbanísticas y legales que buscan en la planicación
y regulación del territorio la forma de contener este
avance de deterioro ambiental en las ciudades, cada
vez se extiende a un número mayor que terminan por
ampliar y diversicar la problemática de las ciudades.
De otra parte es evidente que la problemática
de la sostenibilidad de las ciudades aparece en
ausencia de un corpus teórico, capaz de integrar las
múltiples causas asociadas al deterioro ambiental y
su relación con el uso de recursos energéticos
3
; lo que
precisamente ha dado lugar a una serie de reexiones
conducentes a posibles teorizaciones sobre el
diseño y estructuración de la ciudad a partir de la
conguración de espacios urbanos bajo el esquema de
ciudad difusa o ciudad compacta, por considerar que
las mismas se corresponden de manera diferenciada
con el consumo de suelo y el deterioro que causa
en los sistemas de soporte, así como el consumo de
energía y materiales extraídos de dichos sistemas
para mantener la organización urbana; reexiones
que sugieren la posibilidad de realizar correctivos a
la pérdida de sostenibilidad en el territorio, o en el
mejor de los casos, cuando no existe aún un deterioro
signicativo, anticiparla, como sería en el caso de
optar por la construcción de ciudades compactas
que se sugiere una menor presión que el que
ejerce la ciudad difusa. Igual situación se presenta
en torno a los ujos contaminantes proyectados
sobre los sistemas de soporte de ambos modelos.
Apreciaciones complejas que empiezan a sugerir, sin
que puedan realmente soportarse en la realidad, la
posible construcción de ciudades sostenibles como
3
Lo anterior no pretende desconocer el mérito que en su momento re-
presentaron los trabajos de Corell (1955, Lynch y Hack, 1962), Ru-
benstein (1969), Meadows D. H., Meadows D. L., Randers y Behrens
(1972); entre otros muchos de relevancia conceptual; solo que el com-
promiso con la problemática ambiental y el uso de los recursos, no
logra develar los contenidos especícos de dicha problemática en la
actualidad y mucho menos los retos a los que se enfrenta la ciudad en
un creciente dinámica de una ciudad cada vez mayormente depositaria
de imperativos de crecimiento y búsqueda de bienestar.
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Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad
antítesis de una problemática inevitable asociada al
desarrollo urbano.
Un estudio comparado de ciudades, y la forma
como estos realizan un marcado activismo en medio
de muchas limitaciones conceptuales, técnicas y
operativas, evidencia una débil institucionalidad
y una limitada capacidad de políticas que impidan
que el problema aumente en escala y número.
Y si bien la única causa no es la usencia de
teorizaciones y en consecuencia la generalizacn
de pcticas exitosas que aparecen como fórmulas
mágicas, independientemente de las condiciones
particulares de cada una de las ciudades, es claro
que esta práctica ha pasado a constituirse en
objeto de análisis. En particular son destacables
las experiencias referidas a la existencia en las
ciudades con diferentes fuentes de energía con
diferentes inercias térmicas, que prueban lo
importante del planteamiento de una estrategia de
producción adecuada a estas singularidades.
Aspecto que cobra mayor relevancia si se considera
que los logros obtenidos a partir de la extensión de
modelos exitosos no son sucientes, y las soluciones
comprehensivas parecen ser elusivas. Los procesos
de aprendizaje de experiencias en ciudades con este
tipo de avances no resultan sucientes, y hoy más que
nuca parece un imperativo el hecho de reconocer que
no hay una estrategia única, y que, lo que se requiere
no solo es el disponer de la capacidad institucional,
sino también, el conocimiento adquirido para el
logro de políticas mejor diseñadas, que conviertan
en una realidad los retos expansivos de las ciudades,
sus costumbres y el deseo por construir espacios
ambientalmente sostenibles.
Y aunque no es está una propuesta de planicación,
sí tiene desde su concepción una idea de la misma;
el artículo se inspira en la relación entre ciudades
y planicación, propuesta en el texto presentado
por Hall (1996) en Ciudades del mañana. Historia del
urbanismo en el siglo XX, y que en contexto permitiría
traducir su ironía nal en el sentido de que, en todas
las ciudades del mundo se ha creído que el error
de la falta de sostenibilidad ha sido debido a fallos
en la planicación, entendida como un programa
de acción organizado de manera que puedan
conseguirse unos objetivos concretos, decididos
a partir de unas necesidades. Cuando en realidad
esto es lo que menos se hace en esta materia. De
otra parte, y como un hilo conductor de la reexn,
está el contraste de la propuesta que realiza Poveda
(2007), para quien una adecuada conceptualización
de la llamada eciencia energética, en la que las
decisiones involucran tanto a la oferta como de la
demanda, sin sacricar el bienestar ni la producción,
y permitiendo mejorar la seguridad del suministro,
no es incompatible con ahorros tanto en el consumo
de energía como en la economía de la población en
general; al tiempo que se logran reducciones en las
emisiones de gases de efecto invernadero y mejoras
en las nanzas de las empresas energéticas. Aspecto
que aparece respaldado por los países europeos,
para quienes la eciencia debe ser catalogada como
el más importante recurso del que se dispone, para
asegurar en el tiempo, el abastecimiento energético
de sus pses.
Este es precisamente el contenido del artículo, que
si bien representa una reexión crítica apoyada en el
reconocimiento de diversos autores e instituciones
comprometidos con la sostenibilidad de las
ciudades, a partir de un adecuado uso de la energía;
rearma la importancia de consultar las condiciones
particulares de cada una de las ciudades en sus
diferentes partes y fases de desarrollo; lo que en
términos prácticos, se constituye en un llamado de
atención a la consulta de modelos individualizados
que permitan una mayor efectividad en las acciones
orientadas a la construcción de ciudades sostenibles.
A lo largo del artículo se enfatiza en la existencia
de una problemática que se generaliza, e incluso
que comparte causas y consecuencias, sobre las
cuales se recrea el imperativo de la sostenibilidad
de las ciudades, sin embargo, se reconoce el carácter
particular que adquiere cada ciudad y la necesidad
de brindar un tratamiento individual a cada una
de las problemáticas. De ello dependerá, el que
se pueda avanzar en dirección hacia un modelo
de sostenibilidad eciente. Proponer un modelo
individualizado, implica aceptar que a pesar de ser
problemáticas comunes, existen diferencias en la
historia de las ciudades y sus territorios, diferencias
en la disponibilidad de recursos, por ejemplo los
energéticos, también en sus ujos, usos y en las
interacciones con las comunidades y sus dinámicas,
el grado mismo de intervención de los territorios,
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las instituciones, el conocimiento de sus pobladores
e incluso en el compromiso de estos con la llamada
sostenibilidad de la ciudad; y que estas deberán ser
consultadas.
2. Contexto general de la sostenibilidad
Uno de los grandes interrogantes que generan
los estudios sobre el futuro de las sociedades y el
territorio, sin duda lo constituye el acelerado proceso
de consumo energético, el cual por décadas aumenta
sin cesar, impulsado tanto por el crecimiento
socioeconómico como por el aumento de la población
mundial, la cual se estima alcanzará los 9.100
millones en el año 2050. Las abundantes reservas
mundiales de combustibles fósiles hacen suponer
que este recurso seguirá siendo utilizado durante
muchos años, a pesar de generar contaminación y
no ser renovable. No obstante, existe un límite que
impone la protección y cuidado del ambiente, ante
la amenaza del calentamiento global y el deterioro
ambiental; problemáticas mayormente visibles en
la ciudades que hoy en día concentran el 54% de la
población mundial, al tiempo que se prevé que para
2050 llegará al 66%, según datos de un informe de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2014).
Y aunque los mayores incrementos se producirán
en India, China y Nigeria, que en conjunto
representarán el 37% del aumento previsto hasta el
2050 (ONU, 2014), de esta tendencia no se escapan
los países de América Latina, donde cerca del 80%
de la población ya se ubica en las zonas urbanas, y
se cuenta con un número signicativo de ciudades
capitales: Ciudad de xico, Tegucigalpa, Bogotá,
Lima, Santiago de Chile, entre otras muy destacadas
en la región como es el caso de Rio de Janeiro,
Sao Paulo, Cochabamba, Medellín, que enfrentan
similares problemas de sustentabilidad que los
experimentados en muchas de las ciudades de
países desarrollados, como es el caso del consumo
de energía, la creciente dependencia energética y el
aumento de las emisiones de CO
2
(ONU, 2014).
Esta situación es mayormente preocupante si se
considera que en la región, diferentes países han
acopiado en las últimas dos décadas un sinnúmero de
experiencias políticas, programas y proyectos en las
distintas escalas del desarrollo: local, subnacional,
nacional, y es predecible que no ha habido avances
signicativos en inuir en el tipo de desarrollo de las
ciudades que las haga más sostenibles. Muchas de
ellas continúan generando situaciones preocupantes
asociadas a la alta demanda energética proveniente
de combustibles, la generacn de desechos de
todo tipo, el intenso tráco vehicular con unidades
viejas o poco efectivas en el mantenimiento de sus
motores; el asentamiento de industrias altamente
contaminantes; el poco o nulo cumplimiento de
las políticas medioambientales; la falta de políticas
de preservación ambiental y el poco interés de la
sociedad al momento de preservar el ambiente.
Temas ampliamente divulgados en estudios y
desarrollos cientícos en los que se ofrecen visiones
que van desde develar la transcendencia de alguno
de estos fenómenos en particular (Hahn, 2014;
Ramos, 2014; Del Valle, 2014; De Segura, 2013;
Furlan, 2014, entre otros) hasta los que pretenden
dar cuenta del carácter integral y multivariable
de la contaminacn ambiental de las ciudades
(Jordán y Simioni, 2003; ell, 2006; Herrero,
2002; Carrizosa y Umaña, 2006; Brand, 2014; Piña,
2010; De Miguel y Tavares, 2015, entre otros). No
obstante, el abundante material bibliográco sobre
la sostenibilidad de las ciudades, no es posible
encontrar estudios conclusivos o que realicen un
análisis extensivo y detallado al respecto. Es común
la presencia de numerosas publicaciones que hacen
referencia a muchos de los temas desarrollados en
foros y seminarios, e incluso a informes generales
presentados en la web, en los que se suele enfatizar
en aspectos básicos asociados a la sostenibilidad.
Los resultados de estos estudios son realmente
paradójicos. De un lado evidencian que las ciudades
y los gobiernos locales son cada vez más activos en
las en los aspectos referidos a la sostenibilidad, y de
otro, que su activismo ocurre en no pocas ocasiones
en medio de marcos institucionales, legislaciones y
prácticas aún muy leves, lo que termina por provocar
ambigüedades e indeniciones. Sin desconocer la
existencia de iniciativas importantes como aquellas
orientadas a diversicar la matriz energética (energía
eólica en Paraguay y Uruguay), el mayor acceso
a la energía, incluso alternativa (energía solar en
hogares en Perú), los ahorros de energía eléctrica y
racionalización de derivados en el uso de derivados del
petróleo y gas (programas sostenidos de aumento
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de la eciencia en el uso ecaz de recursos no
renovables en Brasil); la adaptación de tecnologías
ecientes en algunas actividades altamente
contaminantes (cementeras en Paraguay), o los
programas sostenidos de la intensidad energética
desde su producción hasta su uso (racionalización
de procesos industriales, transporte y consumo
nal de electricidad enxico) entre muchas otras
alternativas que buscan que estas experiencias se
conviertan en parte del estatus quo, es claro que
estas quedan opacadas frente a las dinámicas del
consumo de energía y sus efectos sobre el entorno
urbano, en donde si bien no se puede negar la
existencia de un discurso que convoca a aquellos
mayormente comprometidos con el futuro de las
ciudades, es evidente que poco se ha logrado.
Aún persisten dicultades básicas como aquellas
relacionadas con la identicación de pautas que
ponen en alto riesgo la sostenibilidad y el uso
adecuado de los recursos energéticos, y claro está,
de aquellas que permitan establecer con certeza
cómo sustituirlas; en el mejor de los casos se
evidencia un compendio de casos exitosos en los
que se hacen explicitas la ecacia de sus estrategias,
y la oportunidad que representa para las demás el
lograr implementar acciones llevadas a cabo con el
propósito de alcanzar una mayor sustentabilidad y
garantizar el mejor aprovechamiento de los recursos
presupuestales.
Sin embargo, una lección básica de los análisis
a profundidad del registro de estas prácticas y
los muchos resultados que arrojan los estudios
e investigaciones al respecto, es que ningún
conjunto único de reglas es igualmente efectivo
para administrar los recursos comunes. De otra
parte, la experiencia demuestra que las reglas
formales que alguien no supervisa y hace cumplir
en este caso los participantes, los funcionarios
o ambos- son inecaces y no modican el
comportamiento que afecta negativamente el
entorno de las ciudades. Lecciones que resultan
realmente importantes si se tiene en cuenta el
tipo de propuestas comunes que tienden a denir
el contenido y la calidad de las políticas públicas
en las ciudades, en especial de aquellas que
empiezan a padecer los efectos adversos de un
acelerado crecimiento urbano.
3. Esquemas de propósito general
La diversidad y complejidad de los recursos
energéticos son enormes, más aún si se considera
que hacen presencia en medio de una multiplicidad
de actividades económicas y de grupos sociales
que residen en espacios igualmente complejos, y
que dieren en su extensión espacial, como lo son
las ciudades; lo que suele traducirse en limitantes
estructurales que impiden una adecuada y efectiva
gestión, como ocurre con los intentos de capturar
la información de los ujos a través de unidades
monetarias y/o energéticas, que no han tenido
resultados sucientemente satisfactorios; igual
ocurre con la presencia de importantes obstáculos
tanto técnicos como nancieros, los cuales dicultan
que muchos de los pses puedan desarrollar
indicadores ambientales o de desarrollo sostenible
en forma sistemática; aún s las dicultades para
el diseño de las instituciones que hagan frente a los
grandes restos que resultan de la cada vez mayor
relación entre crecimiento urbanístico, demanda
de energía y medio ambiente, constituyen una
situación ampliamente generalizada en la mayoría
de los países.
Para que un arreglo institucional haga posible que
las ciudades logren establecer entornos sostenibles,
y sus pobladores y agentes económicos utilicen
de forma sustentable sus recursos energéticos en
el largo plazo, sobre todo en aquellos momentos
donde se ejerce una mayor presión sobre el espacio
y sus recursos, las reglas deben de ser diseñadas
conforme a las demandas de los mismos, los
atributos de los diferentes recursos en cuestión y
en entorno en el cual son demandados. Este último
aspecto, contrario a la tendencia generalizada de
importar modelos y enfoques de sostenibilidad,
incorpora un alto contenido de descentralización
y autonomía de las localidades, para hacer frente a
esta realidad en las ciudades.
Las consecuencias del aumento de la complejidad
del ecosistema urbano pueden ser muy diferentes
en función de que dicha complejidad, se produzca
a partir de un aumento en el consumo de energía,
o que se realice de una forma más sostenible y no
tan despilfarradora. En la actualidad, los sistemas
urbanos tienden a aumentar la complejidad global
a partir de la incorporación de territorios de
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diversidad baja y de una alta homogeneidad, causada
por diversos factores ligados a la planicación
funcionalista y el mercado. Por solo mencionar un
caso, el diseño de las ciudades, o incluso el proceso
de ordenamiento de las mismas, debe considerar
la necesidad de reservar espacios destinados al
desarrollo de actividades diversas y usos mixtos.
Del mismo modo, debe considerarse la presencia
de actividades industriales, especialmente aquellas
que estén dotadas de importantes desarrollos
tecnológicos y que a la vez, produzcan escasos
impactos en las áreas en las que se asientan; este
es un principio de racionalización del consumo de
energía, orientado a la reducción de su costo.
El crecimiento de los nuevos espacios urbanizados
y la renovación de los ya existentes, debería
basarse en la calidad, en el aumento de la
información organizada, la eciencia energética,
y en la reducción en el consumo de recursos
(Hall, 1996). Este aspecto evidencia de un lado,
la importancia que reviste el ordenamiento del
territorio en función de la sostenibilidad y, de otro,
la importancia que reviste el hecho de un diseño
institucional acorde a la escala de intervención y el
tipo de demandas que surgen de la congestión de
actividades en los territorios.
Es improbable que las reglas que funcionan bien en
ciudades en las que existe diversidad de recursos
y capacidades de articulación de sus demandas,
puedan hacerlo en aquellas más homogéneas y
cuyas reglas e instituciones son una extensión de
las primeras, sobre todo en las fases iniciales de
transformación. Para poner ejemplo, el modelo de
ciudad compacta donde se estima que el consumo
de recursos de energía en los que se soportan el
tipo de organización urbana es menor y de mayor
rendimiento que en el tipo de ciudad difusa, no
puede lograr los mismo niveles de eciencia en
ciudades compactas con diferencias en escala,
infraestructura de movilidad, diferentes modelos
de movilidad, grados diversos de concentración
de la actividad económica, o entre quienes han
logrado articulaciones funcionales de los espacios
territoriales y los que no lo tienen aún. Los
resultados en cuanto a la promoción de prácticas de
eciencia energética, el desarrollo y uso de fuentes
renovables de energía y la transferencia y desarrollo
de tecnologías bajas en carbono, por ejemplo, suelen
ser marcadamente diferentes, máxime si no existe
una conciencia generalizada entre los actores del
sector sobre la importancia que tiene la eciencia
energética y las autoridades, y demás actores del
sector que creen que la ampliación de la oferta es
la única solución, sin analizar que las opciones de
demanda son igual de válidas (Poveda, 2007).
4. Ciudades sostenibles: un enfoque desde el
uso de la energía
No obstante, el aumento de la problemática de la
sostenibilidad urbana, todavía no puede armarse
la existente conciencia de los límites de los sistemas
sociales, ecológicos y energéticos. La noción del
desarrollo sostenible planteada en “Nuestro Futuro
Común”, trajo como consecuencia la problematización
de la sostenibilidad urbana, siempre bajo una
óptica ambiental y de mejoramiento de la calidad
de vida; sin embargo, es claro que el énfasis en lo
urbano deviene de la aceptación de vulnerabilidad,
la necesidad de imponer soluciones a la compleja y
acelerada pérdida de sostenibilidad de la ciudad; lo
que permitiría resaltar ciertas problemáticas, como
el caso de la distribución de la gente y la industria,
el tipo y ritmo de consumo, la vulnerabilidad del
sistema, y claro está, la emergencia de nuevos
modelos de gestión ambiental y el desarrollo de
iniciativas en favor de la sostenibilidad, tal como
ocurre en el caso de las fuentes y el uso de energía y
su impacto en la calidad de vida de los individuos,
las mismas que han ejercido una gran inuencia en
el estudio de la sostenibilidad de las ciudades.
La búsqueda de la sostenibilidad a través de
modelos de gestión energética es un imperativo
para las ciudades, solo que estos deben provenir
de las características especícas de cada uno
de los territorios. Cuando los gobiernos, los
funcionarios, los académicos, e incluso los agentes
de la cooperación identican un sistema exitoso,
vinculado al sistema ciudad- energías sustentables,
bien sea deducido de un modelo teórico o de su
implementación en un determinado territorio,
suelen estar tentados a recomendar su adopción
como solución y esquema universal, todo ello sin
consultar el grado de conciencia de los diferentes
actores; sin evaluar la calidad de las políticas
existentes, los requerimientos especícos de energía,
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Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad
la disponibilidad de la misma; incluso omitiendo
la posibilidad o no de sostener los diferentes
programas de eciencia en el tiempo. Ni que decir
de las propuestas inconsultas sobre la existencia
o no de un marco institucional adecuado para
el logro de este tipo de propósitos. Algunos
proponen que una agencia centralizada solucione
todos los problemas asociados al uso de la energía
en los espacios urbanos en toda la nación. Otros
recomiendan soluciones descentralizadas, aun
cuando muchas de las problemáticas de las
ciudades requieren la aplicación de “soluciones”
que han de provenir de las autoridades centrales,
y con pleno ejercicio de gobernanza mayor;
contrario a lo que se alcanzaría en un marco de
actuaciones que pretende hacer énfasis en las
autonomías locales.
Y aunque en la actualidad no resulta claro para los
países el direccionamiento en su modelo de generación
de energía, algunas tendencias estarían aportando a
una mayor racionalidad en el modelo que se adopte.
Según la XIII Encuesta Mundial del sector eléctrico y
de energía para 2030, el 20% de la generación eléctrica
mundial procederá de fuentes descentralizadas,
arrebatando esa cuota de mercado a la generación
centralizada. Este comportamiento estaría anticipando
la necesidad de avanzar hacia un nuevo modelo
de negocio energético, muy distinto al tradicional,
caracterizado por el manejo centralizado. El cambio
se espera en tanto son evidentes los desarrollos de
las tecnologías de eciencia energética, las mejoras
de la competitividad de la generación fotovoltaica, la
presencia cada vez mayor de los contadores y redes
inteligentes y un nuevo rol del consumidor nal,
caracterizado por su activa participación en el mercado
y mayor capacidad de decisión.
La descentralización de la generación de energía ya
ha empezado a capturar una parte de los ingresos
del sector. En particular en materia de generación
eléctrica, ya ha empezado a capturar una parte de
los ingresos de la generación centralizada conven-
cional; lo que seguramente permitirá que a futuro,
en mayor medida, existan compañías enfocadas de
forma exclusiva a operar en infraestructuras des-
centralizadas. Al menos así se inere de las tenden-
cias que determinan que en 2030, la electricidad a
partir de fuentes descentralizadas podría alcanzar
el 20%, abriendo paso con ello al establecimiento
de un modelo mix de distribución eléctrica centra-
lizada y descentralizada a gran escala, hoy en día
liderado por los países norteamericanos y europeos,
quienes han encontrado en este esquema oportuni-
dades para el logro de los objetivos vinculados a
una energía segura, sostenible y competitiva.
5. Hacia un modelo individualizado de
sostenibilidad
Sorprende que a pesar de la complejidad y diver-
sidad que adquieren las ciudades en su proceso de
transformación y de las múltiples formas del siste-
ma de energía, se determine que el carácter sosteni-
ble de estas ha de resultar de adoptar un conjunto
estándar de reglas. Un esquema de esta naturaleza
desconoce las particularidades de las ciudades e in-
cluso la forma como se ha concebido dentro de las
mismas el reto de la sostenibilidad y las mayores
o menores acciones emprendidas en esta dirección,
las características de la ciudad y el grado de con-
gestión, su capacidad de autoabastecimiento y tipo
de demanda energéticas existentes. Al respecto es
necesario advertir las consecuencias indeseables de
gestionar como esquemas absolutos. En ello radica
la importancia de tener documentadas las experien-
cias de ciudad, haber identicado las diversas va-
riables que afectan potencialmente la capacidad de
gestión y, el diseño de instituciones que amplíen el
nivel de efectividad frente al propósito de sostenibi-
lidad de las ciudades. En este orden de cosas, es loa-
ble advertir que los organismos nacionales e inter-
nacionales promotores y prescriptores de modelos
de sostenibilidad y de sus respectivos esndares
(fundaciones, asociaciones, organismos certica-
dores, consultorías, etcétera), e incluso las propias
administraciones públicas, no deberían olvidar que
antes de hacer explicitas sus formulaciones, es nece-
sario objetivar sus planteamientos y realizar los es-
fuerzos necesarios para evitar que se produzca una
excesiva confusión y saturación de prácticas con es-
casa capacidad de trasformación, e incluso con poca
posibilidad de sostenimiento en el tiempo.
La diversidad de los sistemas sostenibles se combi-
na con un gran atributo de los territorios, incluido el
tipo de agentes y actividades demandantes, el grado
de organización en función de la sostenibilidad, la
oferta y demanda energética, el compromiso y lide-
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razgo de las instituciones, el nivel de conanza en
cuanto al proyecto de sostenibilidad, la historia an-
terior y la heterogeneidad con respecto a los activos
económicos, tecnologías existentes y grado de apro-
piación por parte de agentes económicos e incluso
las familias, etc. Considerar esta realidad es estar
consciente de la diversidad de posibles modelos de
sustentabilidad, y del riesgo que implica colocar una
talla para todos” o peor aún que en materia de sos-
tenibilidad de las ciudades se crea que “todo vale”;
igualmente riesgoso resultaría creer que se trata de
una talla para cada uno. El resultado medular de
esta reexión es que la defensa de reglas especícas
(por ejemplo la optimalidad de las cuotas de aho-
rro de energía para las ciudades) o de abstracciones
generales (la centralización del modelo de sosteni-
bilidad energética) realmente puede terminar gene-
rando mayores problemas y no ofreciendo una solu-
ción. La lección central tampoco es que cada ciudad
cree sus propias reglas para garantizar la sostenibi-
lidad energética. La formulación y la modicación
de las instituciones que han de soportar el desarro-
llo energético sostenible y garantizar un medio am-
biente sano en las ciudades, está más cerca de un
proceso evolutivo que de un proceso de diseño de
un modelo de gestión de arriba hacia abajo. Las ins-
tituciones sociales evolucionan cuando las ciudades
construyen a partir de las estructuras y reglas exis-
tentes, añadiendo reglas para ciertos fenómenos de
ciudad, modicando y desechando otras.
De manera concreta, y haciendo énfasis en la
realidad de los países, es claro que los gobiernos
como agentes clave del desarrollo sostenible,
raras veces pueden crear un conjunto completo de
reglas en su primer esfuerzo para organizarse y
mantener un propósito a lo largo del tiempo como
lo es la sostenibilidad. Además, considerando que
los problemas de sostenibilidad suelen hacerse
mayormente visibles en las ciudades y que el temor
de pagar los costos de la no sostenibilidad energética
y los problemas ambientales convoca de manera
inmediata a los actores locales, y que éstos cada vez
son más conscientes de la necesidad de aprovechar
los benecios de la innovación; en la búsqueda de
alternativas mediante el diseño de modelos de gestión
puede resultar ser dominante, al momento de lograr
concertar iniciativas conducentes al establecimiento
de un determinado enfoque de sostenibilidad,
las características propias de la transformación
productiva y espacial de sus territorios. En
correspondencia con Rodríguez, López y Goicochea
(2009), en las zonas urbanas la sostenibilidad solo
es posible de alcanzar sobre la base de la gestión
ambiental, siendo un instrumento ecaz para los
tomadores de decisión en cada localidad, que tienen
la responsabilidad por las acciones intersectoriales
que posibilitan, entre otros factores, el ujo de
materiales, energía y la minimización de riesgos
ambientales.
Al respecto, el modelo de sostenibilidad energética
y mejora ambiental de las ciudades latinoamericanas
no puede resultar ajeno a las transformaciones
territoriales. Infortunadamente, frente a esta realidad
existe un alto riesgo como consecuencia de las
políticas de desregulación de los instrumentos de
planicación y del sistema económico guiado por
los modelos de mercado y competitividad adoptados
por muchos de los territorios locales y regionales,
considerados hoy día el escenario estratégico de la
internacionalización y globalización en la mayoría
de los países de américa Latina. Allí se imponen no
solo modelos de ciudad basados en la competitividad,
también orientados por una serie de estándares que
en pocas ocasiones ofrecen adecuados perles de
sostenibilidad a las ciudades. Modelos, que han
derivado en importantes exigencias en cuanto
a la concentración y el uso de los recursos, e
incluso en franca contradicción con los propósitos
medioambientales. Aspecto particularmente visible
en muchas de las ciudades intermedias, algunas de
ellas denominadas emergentes, en donde resulta
realmente acelerado el proceso de transformación
de la producción y el cambio espacial.
El reto de la sostenibilidad en estas ciudades pasa
por la gestn para enfrentar la mayor concentración
de recursos, capacidades y de población, esta última
resultante de nuevas olas internas y externas de
migrantes, atraídos por nuevas fuentes de empleo,
viviendas a precios más razonables y mejor
calidad de vida. En América Latina, en medio de
estas transformaciones, muchas de las ciudades
aún están a tiempo de planicar su crecimiento,
evitar los problemas de las grandes ciudades y
asegurar la sostenibilidad urbana y ambiental
para todos sus habitantes. El reto de las ciudades
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Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad
emergentes no es menor que el que tienen hoy los
grandes conglomerados urbanos, pues en ellas, la
problemática se complejiza cada vez más en tanto
muchos de los nuevos fenómenos asociados a la
sostenibilidad no esn siendo abordados con el
cuidado y la celeridad que se requieren. El énfasis
puesto desde las autoridades centrales a aquellas
ciudades cuya profundidad e intensidad de los
cambios han sido hasta el momento mayor, como
ocurre con un gran número de ciudades capitales
de América Latina, requiere ampliarse hacia
aquellas que inician procesos de transformación
y donde su inasistencia estaría determinando
una tendencia potencial de deterioro ambiental e
insostenibilidad energética.
El aumento de consumo de energía en ciudades
emergentes requiere ser incorporado a un modelo
de sostenibilidad. Si bien la relación entre expansión
de las ciudad y aumento del consumo de energía
no puede evitarse, este puede ser orientado sobre
criterios de eciencia, ahorro de energía y una
adecuada gestión que permita actuar de manera
proactiva frente al aumento del consumo de
energía per cápita, el impacto del uso de vehículos
individuales, el mayor consumo de viviendas y
edicios, la proliferación de nuevas actividades
económicas, el aumento de la contaminación del
aire, si realmente se busca que a futuro las ciudades
puedan seguir respaldando el ideal de calidad de
vida y haciendo viable la economía de la ciudad.
Y en estos aspectos, resulta fundamental el poder
contar con una política energética que además de
internalizar los grandes propósitos de la reducción de
las emisiones de CO
2
, la mejora en la independencia
y la seguridad energética de las ciudades, el poder
garantizar una adecuada accesibilidad de los precios
energéticos para el público y para la economía
en general, le otorgue una mayor valoración a los
enfoques de descentralización y sostenibilidad en
medio de una activa participación de los ciudadanos.
6. Conclusiones
No se puede negar que en la región latinoamericana
se haya logrado generar un amplio movimiento en
favor de la sostenibilidad de las ciudades, y que
ello haya suscitado la aparición de importantes
esquemas de gestión que alientan a gobiernos
nacionales y locales a enfocar esfuerzos en esta
dirección, sin embargo, es claro que esta es una
problemática con tratamiento aún incipiente y sus
desarrollos aún no logran hacer posible una gestión
pública ecaz que haga previsible la presencia de
ciudades sostenibles, ni permiten contar con una
caja de herramientas que garantice procesos de
intervención más óptimos. Y si bien, el discurso
sobre el consumo de energía y el medio ambiente
evidencia una toma de conciencia sobre la dimensión
energética de los sistemas urbanos, no obstante los
estudios y prácticas llevadas a cabo aún resultan
inconexos, y no logran resultados concretos en lo
referente al uso de la energía como problema en
sí mismo, al tiempo que su relación con el medio
ambiente tampoco logra ofrecer respuestas a los
desafíos y límites que signica la relación energía
y medio ambiente, como lo demuestran los escasos
resultados de la gestión en materia de transición
energética en las ciudades capitales y en ciudades
emergentes, para quienes este es claro que se ha ido
convirtiendo en un tema de primer orden.
Al momento, el proceso de aprendizaje
adquirido sobre la sostenibilidad de las ciudades
latinoamericanas deja más preguntas que respuestas:
¿es realmente una solución combatir las energías
fósiles y suplantarlas por energías renovables?,
¿están realmente las ciudades comprometidas con la
generación de nuevas alternativas energéticas bajas
en carbono que potencialicen la sustentabilidad de
las ciudades latinoamericanas con logros efectivos
para el año 2050?, ¿es posible hacer compatibles la
gica económica del mercado con la sostenibilidad
de las ciudades?, ¿es la sostenibilidad de las
ciudades una cuestión de modelo de gestión posible
e generalizarse?, ¿están llamadas las ciudades
emergentes a constituirse en el escenario de la
sustentabilidad en países en desarrollo como los
latinoamericanos o simplemente reproducirán el
esquema de deterioro ambiental de sus grandes
ciudades? Interrogantes que evidencian el hecho de
que lograr ciudades sustentables es algo realmente
complejo, y que no se trata de utilizar fórmulas
mágicas que frecuentemente se predican, sin mirar
todo el trasfondo económico, social y ambiental de
cada una de ellas. Ciertamente estas preguntas no son
ciles de responder y dependen mucho del contexto
de cada país y de sus propias ciudades. Ello reeja
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el carácter multidimensional, sistémico y complejo
del proceso histórico y social de construcción del
espacio urbano y de las ciudades sostenibles, y la
necesidad de respuestas soportadas en su vasto
conocimiento de las diferentes realidades.
Aun así, se trata de encontrar respuesta a: ¿por dón-
de comenzar? La experiencia internacional ha de-
mostrado que los programas de eciencia energética
suelen generar aportes signicativos en materia de
sostenibilidad energética y ambiental, no obstante
su implementación requiere de un lado, la presencia
de políticas rmes que sustenten las actividades de
largo plazo, que conduzcan a su vez, a resultados
tangibles como los que se observan en los países
que llevan algún tiempo trabajando en el tema, y
de otro, la presencia de una institucionalidad res-
ponsable de la eciencia energética, con autonomía
y respetabilidad técnica, dotada de los recursos su-
cientes para desarrollar sus labores. Un aspecto
importante al respecto lo constituye la necesidad
de que las ciudades se empoderen de sus propias
iniciativas, al tiempo que logren una interacción
con las autoridades nacionales y sus respectivos es-
quemas de monitoreo y evaluación; al respecto no
puede obviarse el hecho de que hasta el momento,
quizá por la misma complejidad que reviste la sus-
tentabilidad de las ciudades, diseñar instituciones
sostenibles no ha sido una labor realmente exitosa,
y que muchos de los desafíos ambientales y uso ra-
cional de la energía, requieren de innovación insti-
tucional. Un marco normativo, unas leyes o regu-
laciones, unas políticas de incentivos, suelen no ser
sucientes si no se actúa ecazmente en la escala
adecuada, con el compromiso de los actores y con
la información adecuada, y esto requiere de innova-
ción y creatividad.
Adoptar una estrategia de sustentabilidad a través
de la mejora en eciencia energética exige un es-
fuerzo de largo plazo, los esfuerzos aislados tienen
resultados temporales y sus efectos desaparecen
muy rápidamente, por lo que resulta necesario ins-
titucionalizarla, para que sus efectos conduzcan a
una adecuada disponibilidad de recursos. No existe
un lineamiento único que pueda aplicarse a todos
los países y menos a todas las ciudades. El diseño
y las formas de implementación de los programas
dependen de las condiciones particulares de cada
territorio, de la estructura de su sector energético,
así como también de la situación política que sirve
de sustento al desarrollo de un plan de eciencia
energética y más allá, de una política de Estado que
lo soporte.
Por lo pronto, un entorno urbano caracterizado por
una creciente demanda de energía y con los consa-
bidos efectos que trae la concentración de recursos y
actividades económicas en materia ambiental, debe-
rá corresponderse con una fuerte sensibilización de
todos los actores sociales y las instituciones que los
representan. En este sentido, el primer principio en
la construcción de ciudades sostenibles en América
Latina, implica la internalización de la problemática
y el actuar con responsabilidad, lo cual indica que,
el propósito de propender por el desarrollo de ciu-
dades sostenibles desde el punto de vista energéti-
co, deberá soportarse en una serie de compromisos
que se acompañen de una mayor creatividad, y del
uso de la tecnología y la innovación, que han de
constituirse en determinantes clave sobre los cuales
sea posible el apalancamiento de los grandes retos a
los que se enfrentan las ciudades latinoamericanas.
Y aunque ello exigiría de una serie de actuaciones
que comprometen a las diversas actividades y ac-
tores involucrados, la estrategia fundamental ha de
soportarse en el compromiso con la eciencia ener-
gética, por ser la mejor alternativa a corto y medio
plazo para responder a estos retos y contribuir de-
cisivamente a la optimización del uso de una ener-
gía. Ello requiere de un modelo de gestión, cuyos
contenidos y alcances estarán determinados por las
condiciones especícas de cada una de las ciudades.
Un adecuado modelo de eciencia energética segu-
ramente permitirá disminuir el consumo, mante-
niendo los mismos servicios y prestaciones, sin que
por ello se vea afectada la calidad de vida, se logre
una mayor protección del medio ambiente, se ase-
gure un mejor abastecimiento energético y fomente
un comportamiento sostenible en su uso.
El éxito o fracaso ante el propósito de construir
ciudades sostenibles está en la capacidad que
tengan de adaptarse a los cambios asociados a su
creciente complejidad, y ante estos, las ciudades
latinoamericanas tendrán que brindar repuestas
al acelerado consumo de energía y el deterioro
ambiental. La calidad de las respuestas dependerá
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Ciudades latinoamericanas: hacia un modelo individualizado de sostenibilidad
de sus capacidades y compromiso. En este contexto,
uno de los rasgos básicos más importantes lo
constituye su emprendimiento, el mismo que deberá
orientarse a superar una serie de factores y variables
difíciles de llevar a un único esquema, como es
el caso de aquellas realidades que emerjan de las
tendencias económicas y sociales de las ciudades
y su transformación territorial, por un lado, y las
condiciones ambientales, por otro. Es claro que
dadas las condiciones particulares de cada una
de las ciudades en sus diferentes partes y fases de
desarrollo, se generan diferentes tipos de problemas
ambientales y se distribuyen de manera desigual
en los ámbitos regionales y nacional, como suele
ocurrir con las demandas asociadas a la movilidad
y los sistemas de transporte, cuyas repercusiones
directas sobre las sustentabilidad suelen ser
diferentes dependiendo del ecosistema urbano,
igual situación ocurriría con el consumo de agua,
los efectos contaminantes de la industrialización e
incluso con respecto a la concentración poblacional.
En particular, muchas de las ciudades latinoamerica-
nas destacadas hoy en día, tendrán que corregir las
fallas asociadas al consumo de energía y sus efectos
ambientales si quieren seguir liderando en la región.
Del mismo modo, aquellas ciudades que buscan
una mayor proyección verán dañada sus perspecti-
vas económicas y sociales si no toman en cuenta de
manera decidida la sostenibilidad de su territorio, en
momentos en los que los inversionistas y pobladores
buscan ciudades con entornos naturales o al menos
de calidad ambiental. Para muchas de estas ciudades,
el fracaso económico y social vendrá apareado de un
alto crecimiento de los costos asociados a la falta de
sustentabilidad y aquellos referidos a las crecientes
demandas de energía. Muy seguramente, el poder
evitar que esto ocurra deberá ser el resultado de me-
jores fundamentos cientícos para adecuar arreglos
institucionales, que ofrezcan respuestas ecaces al
problema de la sostenibilidad de las ciudades, y de
la superación del esquematismo con el cual se ha
pretendido enfrentar los muchos problemas que
han ido emergiendo en las diferentes ciudades.
El gran reto de las ciudades grandes, tanto en pses
desarrollados como no desarrollados pasa por el
ahorro de energía y el óptimo de rentabilidad de
la eciencia energética, lo que estaría obligándolas
a establecer nuevos esquemas que contribuyan a
la reducción de los costes energéticos y al uso de
tecnologías que permitan una mejor gestión de la
demanda. En este contexto, signica avanzar en la
implementación de modelos de ciudad capaces de
ofrecer soluciones que permitan ahorrar energía
masivamente, aprovechando las oportunidades
que se derivan de las renovables, las mejoras en
la eciencia energética, y las infraestructuras
asociadas, las redes inteligentes y a las TIC, que se
constituyen en un punto clave de referencia hacia la
construcción de ciudades sostenibles.
7. Conicto de intereses
El autor de este artículo declara no tener ningún tipo
de conicto de intereses sobre el trabajo presentado.
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