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Revista UNIMAR 34(1)- rev. UNIMAR.- pp. 43-54.
ISSN: 0120-4327, ISSN Electrónico: 2216-0116,
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia, 2016.
Erika Alexandra Vásquez Arteaga
abrazan en un momento, pero pueden discutir e in-
cluso agredirse al siguiente.
En los dos primeros rangos de edad, es claro que los
géneros preeren jugar entre sí, es así como los ni-
ños juegan con niños y las niñas con niñas, es más,
puede resultar molesta e incómoda la presencia del
otro género en juegos que se consideran exclusivos
para cada sexo. Sin embargo, esta situación cambia-
rá rápidamente con la adolescencia.
A medida que avanza la edad, los juegos cambian,
se van tornando más complejos, con reglas y normas
lúdicas y sociales más exigentes. Los adolescentes
varones, aunque siguen manteniendo juegos de con-
tacto físico, se involucran en actividades en las que
su habilidad física y sobre todo mental se ve retada.
De la misma forma, adquieren un naciente y normal
interés en la interacción con el sexo opuesto, que pue-
de llevarlo a dejar los juegos entre amigos y buscar
situaciones sociales, como por ejemplo las estas,
para interactuar con las mujeres. De la misma forma
sucede con las mujeres, quienes casi que abandonan
las actividades lúdicas y se concentran en las interac-
ciones sociales con el otro sexo, adquiriendo gran re-
levancia las estas y encuentros juveniles. Es en esta
etapa los adolescentes adquieren interés por el otro
sexo y las actividades lúdicas se convierten en activi-
dades amorosas, que serán guiadas por los modelos
parentales y se constituirán como una oportunidad o
un riesgo para la vida futura.
La investigación también indicó, que desde muy
temprano los roles sexuales y de género, determi-
nan la realización de conductas cotidianas como las
labores domésticas, en donde desde muy pequeñas
las niñas son instruidas para el trabajo en el hogar.
Hay una diferencia importante en este comporta-
miento, pues mientras para las niñas es una obliga-
ción la realización de actividades hogareñas, para
los niños es opcional, pues a los niños les han asig-
nado responsabilidades de tipo laboral externas a
su casa y en compañía de familiares o vecinos.
Cabe resaltar que, las responsabilidades del hogar
como cocinar, organizar y asear, entre otras, son or-
denadas desde muy temprano a las niñas, mientras
que trabajar y conseguir dinero, son responsabili-
dades de los niños. Frente a lo anterior, los niños
y niñas adquieren una actitud de obediencia y su-
misión por la amenaza de castigo por parte de los
padres, situación que cambia en la adolescencia, en
donde las adolescentes reniegan de los deberes ca-
seros, preriendo salir en compañía de las pareja o
los amigos, y los adolescentes, ya no sólo trabajan
para contribuir con los gastos de la familia, sino
para solventar los cosos de sus nuevas preferencias
sociales y amorosas.
Con lo anterior, surge un importante conicto con
la autoridad, en donde los adolescentes, se niegan
a cumplir con las normas y leyes impuestas por los
adultos, en especial por los padres, y se adhieren
a las normas de sus grupos de pares, surgiendo
entonces polémicas importantes en las relaciones
parentales, pues la autoridad y la norma que antes
fueron impuestas a la fuerza, ya no surgen efecto y
no generan miedo.
Pensamientos
En cuanto a la categoría de pensamientos, emergie-
ron dos subcategorías importantes: valores sobre rol
de género y normas y estilos de autoridad; en cuan-
to a la primera, se encontró que a cada género se le
asigna ciertos valores que son considerados como
característicos sin importar la edad de los menores.
Se considera que las mujeres deben caracterizarse
por ser delicadas, cariñosas, tiernas, comprensivas
y hogareñas. Mientras que a los hombres se le atri-
buyen características como la fuerza, la competitivi-
dad, la inteligencia, la habilidad y la rudeza.
Tanto los varones como las mujeres, indicaron que
cada género debe tener un estilo propio de com-
portamiento social, aceptando, por ejemplo, que los
hombres sean más rudos e incluso agresivos, como
un distintivo de su sexo. Frente a los anterior, tam-
bién fue evidente que los valores y la sumisión atri-
buidos a las mujeres causan tanto en niños como en
niñas, pensamientos de inferioridad hacía el género
femenino, por considerarlo como débil: las niñas
mencionaron que en ocasiones son centro de burlas
y agresiones por desarrollar actividades considera-
das propia de su sexo como el juego con muñecas,
mientras que los niños, tanto en la entrevista como
en el grupo focal, se burlaron de los valores atribui-
dos a las niñas, como la delicadeza y sensibilidad.
Lo anterior, indica la importante y fuerte inuencia
social en la cual se desenvuelven los participantes,