Fedumar, Pedagogía y Educación Vol.8 No.1
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ISSN Electrónico 2390-0962
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Pedagogía & Educación
INVESTIGACIÓN
La importancia de la
orientación vocacional
en la formación escolar
1
Luis Felipe Yalandá Tombe
2
Alberto Vianey Trujillo Rodríguez
3
Resumen
El texto reexiona sobre la orientación vocacional, como una
estrategia pedagógica que ayuda a los estudiantes a discernir
y tomar decisiones acertadas en su vida personal y en el
futuro desempeño laboral. Si bien durante todas las etapas de
formación es importante el acompañamiento permanente de
los docentes, los agentes de pastoral, la orientadora escolar,
en el grado once es denitivo, porque permite aportar ciertos
elementos que muestran la existencia como una posibilidad
enmarcada en la subjetividad y en la realidad del contexto de
las juventudes.
Palabras clave: Formación integral; perl humano; sentido
de vida; orientación vocacional; orientados; educativa.
1
Artículo de reexión.
2
Licenciado en Filosofía y Educación religiosa, Universidad Santo Tomás. Sacerdote de
la Arquidiócesis de Popayán.
3
Magíster en Filosofía, Universidad INCCA; Licenciado en Filosofía, Universidad Santo
Tomás; Licenciado en Teología, Pontica Universidad Javeriana. Docente investigador,
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia. Correo electrónico:
avianney18@umariana.edu.co
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Pedagogía & Educación
INVESTIGACIÓN
¿Cuál es la validez de la orientación
vocacional en la formación escolar?
A través de la historia, el ser humano
desde su nacimiento se enfrenta a
diferentes contextos que inuyen en su
actuar, desenvolvimiento y pensamiento;
continuamente está frente a nuevos retos
que debe afrontar, discernir o ignorar;
por lo tanto, el saber vivir es un enigma
que lo acompaña durante toda su vida y,
difícilmente, logra aprender a hacerlo. Al
respecto, el presente ensayo pretende
exponer los diferentes estímulos internos
externos que llevan a cada persona a
determinar el modo de vida que desea
tener, siendo su decisión lo más fundante
para ser autónoma en medio de la
inuencia que genera todo aquello que
le rodea. Frente a esto, es necesario
tener en cuenta algunos aspectos que a
continuación se desarrolla:
Formación integral desde el saber
vivir
Toda persona cuenta con un proyecto
de vida que se muestra como una
obligatoriedad en un mundo cambiante
que es acompañado desde la actividad
escolar en las aulas, en la crianza
familiar, teniendo como protagonistas
a los padres de familia, jóvenes en su
estado de estudiantes, docentes y otros
profesionales que facilitan el gobierno o,
las instituciones educativas, mediante la
didáctica y la pedagogía, propendiendo
el proceso de enseñanza aprendizaje,
con la dinámica de entrevistas,
diálogos, encuentros en el aula de
clases, convivencias, como principales
herramientas para su ejecución.
Para lograr un bienestar físico, mental
y emocional, se debe afrontar las
incertidumbres que nos rodean en todos
los espacios y momentos de la vida. Si
se busca realmente ser feliz, es necesario
encontrar un equilibrio entre nuestros
deseos y lo que en algún momento
puede oponerse a lograrlos; es más: de
acuerdo a lo que pretendemos hacer en
la actualidad, si puede ser factible tener,
no todo va a ser imposible o negativo; de
ahí que lo crucial es colocar una balanza
de todas las posibilidades que se nos
presentan para el bienestar que nos hará
felices.
Además, se debe encaminar la vida
a vivirla libremente, sabiendo que la
libertad da la oportunidad de obrar,
pensar, elegir y exponer ideas personales
y colectivas, según las convicciones e
intenciones, lo cual “se debe orientar
respetando lo existente y pensando en las
libertades de los otros, en las verdades
establecidas de los colectivos, que lleven
a la persona a confrontar o refutar desde
la legalidad, la cultura y los derechos”
(Morin, 2015, p. 40). De este modo, las
respuestas personales no pueden ir en
contra de la cultura mundial; esto genera
incertidumbres, dudas, miedos, que se
debe afrontar, no en la soledad, sino desde
la institucionalidad escolar y familiar.
Ahora bien, la incertidumbre presenta, en
mayor proporción y claridad, los peligros
a los cuales se puede estar expuesto en el
camino, para lograr nuevas oportunidades
de índole personal, familiar, comunitario,
profesional o laboral, lo cual no permite
visualizar todos los aspectos positivos
que se generaría al tomar nuevos
emprendimientos en la vida, razón por la
cual no buscamos la felicidad y bienestar.
De ahí parte la importancia que tiene la
educación en enseñar a tomar nuevas
decisiones para enfrentar los retos que se
presentan en la vida y hacer que cada día
tenga un propósito por disfrutarlos y llegar
a esa felicidad que todos queremos tener,
sintiéndose libres de estereotipos sociales
que limitan nuestras oportunidades y
emprendimientos.
Es necesario que el estudiante, como
ser humano, se provisione del apoyo
de aquellos que han venido haciendo
camino y que contribuyen a fortalecer
los anhelos de la realización del otro,
en cuanto lo prepare para superar los
obstáculos como los que se afronta en el
siglo XXI, cargado de información de todo
tipo, enfermedades pandémicas y crisis
sociales que llegan a cambiar decisiones
y horizontes en todos los seres humanos
y que, por ende, repercuten en la vida
escolar de los estudiantes y, de manera
particular, en el perl de cada persona.
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La orientación vocacional genera un
perl de persona
El perl de la persona, como proceso, irá
acompañado del empleo de la técnica de
observación, de la entrevista individual
y de un seguimiento meticuloso que
permite a los orientadores vocacionales,
visualizar a los estudiantes desde
aquellas invitaciones que se les hace,
para que reexionen y elaboren desde
las experiencias personales y que
convierten en estrategias, para que sean
objeto de indagación y comprensión
del comité de orientación vocacional
escolar, junto con los estudiantes, con
relación a sus compañeros y entornos,
con el propósito de que estos reciban con
madurez la orientación vocacional dentro
de la institución educativa (IE). Así, el
perl de persona es producto de una
hermenéutica de los hechos cotidianos de
los estudiantes y la comunidad educativa;
todo este proceso está fundamentado en
los autores que atañen sobre el tema
(UNESCO, Instituto Internacional de
Planeamiento de la Educación 2020).
El derrotero del perl humano estudiantil
se basa en el diseño de una propuesta
integral enfocada en los estudiantes,
para los estudiantes, desde la inserción
y el desarrollo efectivo en la orientación
vocacional. De igual manera, el proyecto
de vida hará referencia a los retos de la
institución en el mejoramiento del proceso
educativo desde la formación integral,
por medio de estrategias adecuadas que
permitan diseñar lineamientos pilotos de
animación vocacional, con las categorías:
Orientación vocacional, Elementos de
orientación vocacional y Estrategias
pedagógicas de orientación vocacional,
todo en el marco de la IE, en un contexto
que responda a los sentidos de vida en
favor de sí y de su cultura y, que está dado
por los aprendizajes invisibles (Moravec y
Cobo, 2011).
Sentido de vida
El sentido de la vida diere de una persona
a otra y de ésta, a otras sociedades; de
un lugar a otro, de una época a otra. Así,
lo que importa no es el sentido de la vida
en términos generales, sino el signicado
concreto de la vida de cada individuo,
en un momento puntual, desde la mejor
decisión, acertada, como oportunidad
para organizar, direccionar y visualizar
el quehacer personal y social (Grondin,
2012).
La manera de asumir la vida está
encaminada a seguir una serie de
parámetros que guían su actuar en el
ejercicio educativo; se visualiza en la
cotidianidad que se inicia en el entorno
familiar y que, con el pasar de los años,
va pasando como legado cultural y social,
donde las relaciones con los demás inuyen
en su forma de vida; no existe un manual
establecido que explique la forma de vivir
de las personas; de ahí que los centros
educativos no enfocan su enseñanza al
vivir de cada una de ellas, sino a impartir
una serie de conocimientos que, en el
futuro, les sirven para desenvolverse en
un campo laboral.
Es claro que, en muchas ocasiones el
sentido de vida que las rodea frente al
personal, no es el que soñó la persona y
tampoco, aquello que desea; así, se ve
involucrada en la incomprensión de los
demás, a tal punto que ya no se esfuerza
por comprenderlos ni comprenderse, por
lo que se conduce a una vida de soledad
interior. Por lo tanto, cada una aprende a
vivir de acuerdo con el entorno en el que
nace y crece, con las normas, costumbres
y cultura que le brinda el contexto en el
que se encuentra (Peters y Waterman,
2017).
Es necesario tener en cuenta que, el
sentido de vida está sujeto a muchos
factores. Si se mantiene siempre una
apariencia personal con el deseo de que
otros lo acepten, esa felicidad plena
estará lejos o, en muchas ocasiones, no
se logrará alcanzar. Se debe entender que
el vivir bien es el deseo de todos; es ese
momento en donde realmente podemos
disfrutar de lo que somos, hacemos y
tenemos y, no es imposible lograrlo si
somos sinceros con nosotros mismos,
buscando esa felicidad y no pensando
solo en los otros.
Vivir bien, estar bien consigo mismo y con
los demás, lleva a reorganizar los valores
y principios personales como el respeto, la
responsabilidad, la honestidad, la verdad,
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la tolerancia, el orden, la tranquilidad,
entre otros, porque todo aquello que nos
ha sido inculcado desde pequeños, lo
llevaremos siempre, por ser los primeros
aprendizajes que nos acompañarán toda
la vida.
La vida moderna, además de traer
cambios, progresos y nuevos proyectos
de vida, paralelo a ellos, atrae la
incertidumbre que experimenta el ser
humano sobre su futuro; la inseguridad
de si se va o no a lograr lo que cada uno
se propone; las nuevas metas en muchas
circunstancias se ven truncadas por las
dudas que surgen, lo cual no deja vivir
bien, porque se envuelve en una serie de
conictos personales, familiares y sociales
que le impiden ser feliz.
De acuerdo con Bellido (2015), el joven
de hoy está sumergido en una cultura
del riesgo, que deviene de la rapidez de
los acontecimientos y la imprevisibilidad
de los mismos, generando estados
de incertidumbre permanente, con
la necesidad de sentirse obligado
continuamente a reajustar sus proyectos
personales y expectativas de vida, donde
la mera posibilidad de pensar, se convierte
a largo plazo, en una quimera e, incluso,
en un ejercicio mental angustioso,
sumergido por el miedo de enfrentar
nuevos retos.
La complejidad comportamental en el
sentido de vida
El tema del comportamiento humano
ha tenido, con el tiempo, diversos
seguidores, por la complejidad del mismo;
profesionales de diferentes disciplinas
relacionadas con el ser humano lo
han analizado, estudiado, investigado,
a través de la historia, preguntando
la razón del comportamiento de una
persona, cómo puede determinar y
afectar una situación. El comportamiento
humano permite, en cierta forma,
predecir qué conductas tendrán las
personas en determina circunstancia,
cómo realizarán la interacción con
otros individuos, generando respuestas
colectivas o individuales, de acuerdo
con los estímulos que vivencien. En este
contexto se menciona aquellas teorías
que se relacionan de manera directa con
los factores del comportamiento.
El sentido organizacional dentro de la
orientación vocacional
El comportamiento que asumen las
personas dentro de un grupo genera la
interacción entre sus miembros; invita a
asumir estrategias organizacionales para
que todos favorezcan el seguimiento;
invita a entender el comportamiento
individual y grupal de aquellos estudiantes
del grado once, dentro de los sistemas
organizacionales, mediante el análisis
de sus contingencias y la comprensión
de sus procesos, utilizando conocimiento
derivados de la sociología, la psicología,
la economía y la antropología.
Estos conocimientos son integrados
sistemáticamente y contribuyen al logro
de la efectividad y el desarrollo humano
y organizacional, para su continuidad y
supervivencia en la toma de decisiones.
El comportamiento organizacional, dentro
del seguimiento vocacional, favorece el
análisis de las conductas individuales y
colectivas en los diferentes contextos y,
cómo los individuos se desempeñan en su
trabajo diario. Los resultados arrojados
por diferentes estudios han permitido
mejorar la efectividad de la orientación
vocacional desde el proyecto en sí
mismo y dentro del Proyecto Educativo
Institucional (PEI), para que se entienda
al estudiante desde su dignidad humana
y, al mismo tiempo, promueva el perl que
quiere la institución, desde el desarrollo
humano integral.
El comportamiento humano se puede
indicar como todas aquellas actividades
físicas que son expresadas por el hombre,
y como a partir de ahí se desencadena
los procesos mentales, los cuales son
manifestados por el habla, tales como
los sentimientos y los pensamientos, que
una persona indica cuanto se encuentra
en un entorno social, indicando que
todos nuestros comportamientos son
desencadenados por satisfacer una
necesidad o un deseo, buscando siempre
satisfacer las demandas del individuo.
Ahora, el comportamiento de una persona
se evidencia por medio de las actitudes,
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las cuales son desarrolladas según el
contexto en el que se presentan; es
allí donde las actitudes desempeñan un
papel preponderante, para identicar
rasgos colectivos que visualicen un mejor
acompañamiento desde las formas de
reaccionar; conductas, comportamientos,
estímulos producidos por sí o por otros,
y todas aquellas expresiones psíquicas
del pensar, sentir y obrar, que no pueden
ser asumidas como simples mercancías,
sino desde el objeto en sí que lleva la
orientación vocacional desde los espacios
pedagógicos (Freyre, 2004).
El comportamiento humano en la
orientación vocacional se encuentra dentro
de la teoría constructivista, cognitiva,
conductista y el psicoanálisis. Esto lleva a
entender el acompañamiento vocacional
desde las necesidades internas de cada
persona, desencadenando un determinado
comportamiento o actitud, donde cada
estudiante es el actor, el hacedor que
construye su propio mundo de necesidades
y desarrolla, consecuentemente, sus
actitudes y comportamientos, para
satisfacer sus deseos, generando una
cha de acompañamiento y orientación
personalizada y, a la vez, colectiva,
sustentada en el pasado de la persona, el
cual marca el inconsciente de una manera
detallada, y estas situaciones impulsan al
individuo a generar una necesidad que
determina e impulsa la conducta de la
persona (Said, Valencia, Turbay y Martes,
2014).
Los psicólogos neo-conductistas
aceptan que el medio ambiente
[representa] un papel importante en
la construcción de las actitudes de
las personas, pero, dan crédito a que
todo ser vivo, el hombre en mayor
grado, desarrolla su propia capacidad
para comprender su entorno y tomar
iniciativas con relación a lo que debe o
no hacer. (Covo, 2003, p. 127)
Con esto, este autor indica que todo
hombre aprende de sus experiencias, pero
el comportamiento solo se da cuando hay
motivación.
El sentido motivacional. Está unido con
las historias que construyen comunidad
educativa y, posiciona a los que vienen
atrás, como motivación referida a aquellas
actuaciones y a esos comportamientos
que invitan a los estudiantes a actuar y
comportarse de determinadas maneras.
La motivación se relaciona con las
determinadas series que generan los
impulsos o deseos, lo cual fomenta
ciertos comportamientos que incitan al
encuentro y a generar un seguimiento por
parte de los responsables de la motivación
vocacional escolar.
Hablar de motivación, es referirse a
todas las circunstancias que envuelven al
estudiante y al docente como motivador,
indicando que todo ser humano se
mueve a través de motivos, siempre en
la búsqueda de satisfacer las necesidades
propuestas en los currículos de la
educación secundaria, con miras hacia la
educación superior o laboral; esto exige
una inclusión de todos los estudiantes, en
mirarse permanentemente cómo son y las
circunstancias que los llevan a ubicarse
en la propuesta de apoyo, para descubrir
sus horizontes deseados, sus proyectos,
habilidades y destrezas, que los llevan
a aprovechar las necesidades, como
oportunidad de realización permanente
(Hampton, 2011, citado por Slee, 2012).
En los enfoques modernos se destaca
las teorías de las tres necesidades, del
reforzamiento, de la equidad, de las
expectativas y la teoría de jación de
metas. Cada una de estas teorías le ha
aportado a los académicos, empresarios y
empleados, la información necesaria para
generar un contexto laboral en el cual
la motivación este implícita en todos los
procesos de la organización. En el caso
de la teoría de las tres necesidades, se
basa en lo que las personas ven como
graticante, en especial a nivel laboral;
la teoría de equidad se mide frente a
la justicia, recompensas y llamados de
atención que se derivan del desempeño
laboral; la teoría de las expectativas habla
de cómo las conductas y comportamientos
de las personas están basados en los
logros que obtendrán de una determinada
conducta; la teoría del reforzamiento
orienta en repetir aquellas conductas
que generan satisfacción y en no volver
a hacer aquéllas que traen consecuencias
negativas; y, la teoría de jación de metas
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se basa en cómo el individuo se concentra
en establecer metas y cómo éstas deben
ser cumplidas (Tejeda, 2018).
Al revisar las teorías mencionadas,
se aprecia que todas indican que la
motivación se da cuando el individuo
carece de un algo o quiere llenar un vacío,
sea económico, social, emocional, etc.
Los estudiosos indican que, si no hay una
necesidad bien identicada, la motivación
es escasa o nula; y esto se visibiliza por
medio de la cultura, la cual le genera al
individuo, un sinnúmero de opciones
para poder desarrollar la carencia; de ahí
que se indique que esas necesidades se
convierten en un deseo determinado.
2. La orientación vocacional un
camino que visualiza el proyecto de
vida
Es necesario conocer la importancia y
alcance que tiene la orientación vocacional,
dado que se sustenta en la necesidad de
llevar al estudiante a la construcción de un
sentido de vida enfocado en la vida escolar
y su entorno sistematizado y organizado
por la IE; en este sentido, se convierte en
el mejor mediador-facilitador que tiene la
comunidad escolar (Romo, 2011).
La orientación vocacional invita a
preguntarse: ¿Para qué orientar?, ¿A quién
orientar?; ¿Qué orientar?, ¿Qué opciones
entregar al orientado?, ¿Con qué base de
datos sobre las carreras y ocios cuenta
la institución?, ¿Cómo medir el interés
para que elija asertivamente?, ¿Qué
estrategias y herramientas utilizar para
acompañar las habilidades que fundan
las inteligencias del estudiante? Estos
cuestionamientos abren la posibilidad de
generar los roles de los acompañantes
u orientadores vocacionales, como
necesidad de perlar al estudiante hacia
la vida formativa continua y laboral,
visualizada en el modelo institucional y
aplicado en los microcurrículos, como ejes
transversales en la animación, preparación
y orientación de los estudiantes hacia la
formación integral (Tobón, 2015).
Esta centralidad adquiere resonancia
en los grupos del grado once, quienes
indican los aspectos relevantes tratados
y fortalecidos a lo largo de su vida
formativa en la IE, como el sentido de vida
que desarrollan, la orientación vocacional
como medio de visualización de rumbos,
la experiencia educativa en cuanto al perl
de estudiante egresado y, la formación
integral en la que se centra la institución
desde los primeros años de escolaridad
hasta el grado once. Esto permite que la
orientación vocacional pueda estar unida
a la estructura del PEI, como ejercicio
misional de la institución con relación a los
contextos socioculturales que se insertan
en la vida particular de cada estudiante, con
miras hacia el campo vocacional, laboral y
profesional (Said et al., 2014).
La creatividad es un pilar fundamental en
la existencia del ser humano; todos los
sueños y proyectos dejan de ser acciones
de la cotidianidad, cuando son encausados
en un proceso que permite al estudiante
proyectarse hacia el futuro desde el
presente, mediante la toma de decisiones
como parte de su proyecto de vida, que no
se logra de la noche a la mañana y, tampoco
es el resultado de la suerte del destino;
implica la orientación concisa y profunda en
todas sus dimensiones, en la cual combina
sus capacidades, potencialidades, intereses
y limitaciones, con las posibilidades
existentes en su familia, en la IE y en el
medio en el que se desarrolla.
Para llevar a cabo los proyectos de
animación en las instituciones, encaminados
al grado once, en el estado de la cuestión,
es necesario poner la mirada en diversas
fuentes que permitan ir trazando el
sendero de acompañar a los estudiantes
en lo espiritual, lo ético y formativo,
para el crecimiento humano y ciudadano
(Sanctrock, J. 2002).
La estructura de la educación, vista desde la
proyección estudiantil, permite a la persona
conocer el mundo a partir de la construcción
y deconstrucción de país, en la mirada
profesional y laboral, con la competencia de
comunicarse desde el trabajo en equipo con
las comunidades y la solución de problemas
desde la convivencia, en el aprender a vivir
juntos, que exalta la igualdad y el trabajo
en objetivos y proyectos comunes para
lograr un clima de participación desde los
proyectos de vida sociales (Medina, De la
Herrán y Domínguez, 2020).
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Parras, Madrigal, Redondo, Vale y
Navarro (2012) hacen entrever que el
desarrollo vocacional implica adelantar un
proceso de acompañamiento para que el
estudiante asuma con madurez su proceso
de autoconocimiento, sus aspiraciones y
el medio social, promoviendo el juicio de
sus habilidades e intereses respecto a las
diferentes posibilidades que enmarcan
los principios de prevención, desarrollo,
intervención social y empoderamiento,
como función de la sociedad escolar.
Sánchez, Suárez, Carbajo y Fariña
(2018) plantean que, la orientación
vocacional, como intervención directa con
el estudiante, facilita la elección, ayuda a
redireccionar y le pone de maniesto en
la responsabilidad consigo mismo y con
la sociedad que genera inclusión social.
Si bien el quehacer humano no se limita
a trabajar o a estudiar, si un sujeto no
trabaja ni estudia, se encuentra a la deriva,
excluido, desaliado de la trama social
que regula los intercambios colectivos;
Rascovan (2013) expresa que, “por tanto,
la elección vocacional es tanto un proceso
como un acto de elegir objetos” (p. 51).
La transformación de las personas,
comunidades, instituciones, solamente
será factible cuando esté radicada en una
fuerte experiencia de Dios; esto se debe
traducir en gestos concretos que imponen
un fuerte discernimiento de búsqueda de
decisiones en lo personal, comunitario
e institucional, con audacia y valentía;
los jóvenes deben ser el centro de las
opciones. Este postulado vislumbra que
la experiencia de Dios es esencial para la
orientación vocacional, porque permite al
sujeto interiorizar y discernir el momento
histórico de su vida, con una conciencia
crítica de transformación necesaria. El
camino espiritual permite descubrir los
carismas, dones y habilidades de cada
individuo, para que, articulado a su
proyecto de vida, se condense en opciones
especícas y claras, promoviendo su
opción vocacional.
La incidencia de la formación humana y
ética adquiere particular importancia a
lo largo de la historia de la vida del ser
humano, sea cual fuere la tendencia
cultural, social, ideológica o religiosa,
pero es necesario insistir en que la
cultura religiosa desarrollada en casa y
consolidada en las instituciones escolares,
imprime principios que están ligados con
el sentido ético y crítico que favorece el
desarrollo de la espiritualidad de cada
persona, que será aquello que perdurará
a lo largo de su vida y, de manera
especial, en su educación superior y/o
especialización laboral (García, 2019).
En este sentido, es imprescindible que los
estudiantes de media vocacional tengan
a disposición los espacios de orientación
vocacional, prolongados desde la
institución, hacia la familia; esto exige
que los ámbitos educativos no puedan
ser limitados en el acompañamiento del
estudiante, sino favorecer los entornos
en los cuales éste se sumerge y que
inuyen directamente en su actuar; así,
tiene una vocación fundamental inscrita
en el corazón espiritual generado en sus
contextos culturales, que vive de formas
diferentes y particulares (Betancourt,
2016)
Orientador educativo
En un mundo en el que hay que resolver
situaciones, urge también motivar y
promover el interés; en este caso en
particular, en los estudiantes del grado
once en cuanto a la orientación vocacional,
para que continúen su formación hacia
el futuro, a través de sus estudios, para
que complementen y obtengan en un
mañana, el bienestar personal y familiar
de cada uno; de lo contrario, al no tener
claridad en la opción vocacional, pueden
inclinarse hacia la ruta más fácil, causando
la inseguridad y la inestabilidad de cara al
futuro y la felicidad de cada uno. Al no
tener una orientación adecuada, cuántas
personas han fracasado (Sanctrock,
2002); por ello, la importancia de este
proyecto, como una necesidad en nuestra
labor educativa y misionera en pro de las
nuevas generaciones.
En este orden de ideas, los continuos
cambios que hoy afronta el mundo en sus
diferentes campos y el desarrollo acelerado
de las sociedades en este siglo, producen
transformaciones en diferentes contextos
sociales y culturales, especialmente
en lo educativo; por ello, el proyecto
investigativo de la orientación vocacional,
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da respuesta a una necesidad que permita
fortalecer facetas personales estudiantiles
y vocacionales, concretamente en el modo
de educar y aprender para la vida. Se
pone de maniesto el papel fundamental
que adquiere la orientación vocacional
para resolver dudas de los estudiantes
y promover el interés de su formación
para el benecio y superación personal
(Ochoa, 2018).
Incluir la orientación vocacional en
el proceso de aprendizaje en las IE
es una necesidad estratégica que se
puede articular en todas las áreas de
la educación, necesidad que recobra
mayor transcendencia debido a la gran
variedad de factores que los estudiantes
deben enfrentar, como problemas de
drogas, acoso, falta de motivación
vocacional, maltrato, entre otros. En este
caso, el proyecto apunta a dinamizar
el compromiso docente en todos sus
niveles, para que deje de ser el único
epicentro transmisor de conocimientos, y
pueda abrirse a la multitud de escenarios
que posibilitan la formación integral y la
sociedad del conocimiento.
Aunque la mayoría de directivos y docentes
son conscientes de la importancia que
posee la orientación vocacional en las
prácticas diarias con sus alumnos, ésta
no es integrada adecuadamente a los
procesos educacionales; por ende,
es un elemento fundamental en este
ámbito, que se halla inmerso en la vida
y la sociedad, donde ya no solamente
se requiere implementar talleres para
resolver problemáticas al respecto, sino
que se debe trascender a una orientación
crítico-reexiva que supere dudas y
curiosidades, para abordar la importancia
de la formación y proyección personal.
La dimensión espiritual en la
orientación vocacional
En esta ruta, la dimensión espiritual de
la persona es fundamental en el proceso
de evolución y formación del ser humano.
Muchos proyectos de vida han alcanzado
en esta dimensión, la fuerza originaria
para esclarecer su opción vocacional. Es
inminente saber que la trasformación de
las personas, comunidades, instituciones,
solamente será factible cuando esté
radicada en una fuerte experiencia de Dios,
cambios que se dan en el interior de la
persona y que trascienden en la actividad
cotidiana y social de cada comunidad; no
hay progreso de la humanidad, si no se
transita sobre un proyecto con contenidos
claros de futuro.
Por lo demás, el proyecto de vida es una
necesidad primordial para el desarrollo y
porvenir de la humanidad, especialmente
de las nuevas generaciones, mediante la
oferta de una orientación adecuada desde
el contexto y realidad de cada estudiante.
La orientación, desde esta perspectiva,
es entendida como educación
vocacional, basada en la investigación
activa por parte del alumno para el
desarrollo de su propio proyecto de vida.
Para que el joven enfoque su futuro
personal, social y laboral, se utiliza un
método que articula la reexión con
pares y adultos, la investigación y la
acción, para desarrollar los recursos
personales en un aprendizaje activo
y de experiencia personal. (Rascovan,
2013, p. 48)
Aprovechar la experiencia personal
como guía espiritual y docente, propicia
cercanía, acercamiento, desde la
familiaridad y conanza socio-psicológica,
acompañando integralmente su proyecto
de vida en la etapa media vocacional,
como una nueva oportunidad en el camino
de su formación en pos de continuar
construyendo su visión hacia el futuro.
Para los estudiantes del grado once, de
educación media, se convierte en una
herramienta y una hermosa oportunidad
para llegar a aquellos jóvenes que día a día
están alejados de sus creencias religiosas,
culturales, que su comunidad congrega
en sus iglesias, familia, entorno y, que se
ubican en horizontes que desvirtúan sus
propósitos (Said et al., 2014).
La orientación contribuye también a la
calidad de la educación, en la medida
en que favorece el autoconocimiento
y la madurez personal, propicia un
conocimiento profundo del entorno social,
económico y laboral y, en denitiva,
ayuda a los alumnos -mediante el
adecuado proceso de asesoramiento- a
la toma de decisiones sobre su futuro
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personal y profesional. Por otra parte,
la función docente no se identica solo
con la enseñanza, sino que abarca la
orientación y tutoría de los alumnos. La
atención psicopedagógica y la orientación
educativa y profesional constituyen uno
de los principios que deben inspirar
el desarrollo de la actividad educativa
en cada uno de los ciclos, etapas y
modalidades de enseñanza.
En este sentido, uno de los principales
agentes de la orientación educativa es el
propio profesor tutor de cada grupo de
alumnos y alumnas; por eso, es esencial
apuntar que, si bien la orientación
vocacional se construye a lo largo de la
vida, este postulado vislumbra que el
sujeto, en sus diferentes etapas, presenta
periodos complejos e inestables; por
ende, requiere un proceso educativo que
lo lleve a superar los diferentes factores
que intervienen en el proceso. El docente,
además de ser el sujeto directo en el
proceso de aprendizaje, debe acompañar,
orientar y participar activamente en
fortalecer la toma de decisiones de sus
estudiantes, bajo parámetros claros y,
conforme a las motivaciones y capacidades
de ellos, proyectando la estabilidad
académica o permanencia en sus estudios
superiores.
Se toma como fundamento en lo
pedagógico, el aprendizaje signicativo de
Ausubel (1983), con el cual se pretende
lograr la conexión entre conocimientos
previos y nuevos; el aprendizaje por
descubrimiento de Bruner (1984) y, el
aprendizaje mediado y socializado de
Vigotsky (1993). Siguiendo este postulado
se puede indicar que, en la IE no se ha
implementado una estrategia pedagógica
que se articule al currículo y se aplique
al proyecto de vida de los estudiantes,
pues los docentes, como orientadores,
estamos sujetos a ayudar a construir
metas a corto, mediano y largo plazo en
las diferentes áreas del conocimiento,
desde los diversos entornos familiares y
culturales y más, cuando el contexto en el
que se encuentra la comunidad educativa
centra unos arraigos ancestrales desde
el componente organizativo del cabildo.
Ante estas características, las IE, a través
de los directivos y docentes, deben
promover el proyecto de vida como una
herramienta que permita direccionar su
orientación vocacional.
Los pueblos son diversos culturalmente
y, al interior del contexto de la IE, el 90
% de sus estudiantes hacen parte de
la comunidad indígena Yanacona, con
sus características culturales, usos y
costumbres, lo que hace que se fortalezca
y sea más viva en sus expresiones
para que, a partir de sus realidades,
se oriente vocacionalmente, y que los
diseños curriculares sean acordes al
contexto. Organismos internacionales
como la UNESCO, la CEPAL y la OEA
impulsan, entre otras, a incursionar
en estrategias de modernización para
conocer las realidades de autonomía,
interculturalidad, identidad en inclusión,
que se da en las comunidades indígenas,
con el objeto de ajustar los procesos
educativos interdisciplinares encaminados
a obtener un impacto signicativo ante la
sociedad.
Es importante proporcionar un espacio
al adolescente, en donde éste pueda
reexionar sobre los aspectos que inuyen
en la elección de carrera: sus intereses
personales, los valores individuales, la
familia, la sociedad, los estereotipos
profesionales, los cambios en el mundo
laboral y la situación socioeconómica de los
padres, para proporcionar herramientas
que le orienten a tomar decisiones
conscientes y responsables frente a su
futuro. Cabe anotar que esta etapa debe
estar acompañada por un profesional
idóneo que aplique metodologías lúdico-
pedagógicas vivenciales en la orientación
vocacional, y así ayudar al adolescente
a descubrir las necesidades, conictos
e intereses que le permitan organizar,
plantear y elaborar su proyecto de vida,
con una mirada vocacional prospectiva que
le posibilite el desarrollo de capacidades
y competencias que lo induzcan a
insertarse en los diferentes escenarios
que la sociedad presenta.
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La orientación vocacional en el aula
Flórez (2017), citando a varios autores,
sostiene que:
Un nuevo comienzo se deja sentir,
porque ejercemos nuestra capacidad
de hacer algo emergente distinto
y capaz de franquear los límites
del determinismo, de actuar a
partir de procesos de pensamiento
fundamentados en la comprensión
del ser humano y su contexto, como
también en los referentes teóricos de
las estrategias pedagógicas. Podríamos
utilizar en este momento la gestión,
como lo sugiere el texto La Pedagogía
por Inventar, “una gesta, hacer un gesto
un movimiento que inicie algo nuevo,
una acción, podría ir desencadenando
un porvenir incalculable. Lo incalculable
por venir” (Rattero, 2009).
Denitivamente es la educación la
responsable directa de los procesos
transformadores de la humanidad.
Para este momento histórico que
la noción de tiempo y espacio es
relativa, se requiere de seres humanos
con estados mentales abiertos, con
gran capacidad de innovación y
apropiación de fundamentaciones que
explican el funcionamiento y origen
de las cosas. Por tanto, es menester
que la pedagogía “debe plantearse
seriamente los problemas de la vida, de
la comunicación y de la formación del
hombre como ser viviente en relación
con esta red de sistemas y sus efectos
sobre la cultura y las formas de poder
– saber” (Castrillón, 2009).
Haciendo hincapié en ese ser viviente
o en relación, en este caso el sujeto de la
educación contemporáneo goza de una
serie de estímulos visuales, auditivos,
literarios y estéticos, generados por
las redes de las megas tendencias
informáticas, elementos que agilizan
la cosmovisión, la confrontación de
evidencias y la conformación de un
sentimiento estético y ético particular
que se acerca a una construcción
epistemológica.
La comprensión de la educación,
la pedagogía y la investigación
educacional desde la perspectiva de
la pedagogía, asume una postura
reexiva y se realiza desde la mirada
de la losofía, con el objeto de claricar
algunos conceptos claves y de uso
frecuente en las referencias acerca de
la pedagogía y la educación. (pp. 30-
31)
El educador se articula maravillosamente
con el sujeto educable, entre la razón
y los sentimientos y, con una gran
responsabilidad transformadora del
conocimiento y la realidad; es decir, como
dice Rancière (citado por Rattero, 2013)
“cambia el destino de un lugar; hace ver
lo que no tiene razón para ser visto, y
escuchar lo que no era escuchado” (p. 102).
Ésa es la esencia del conocimiento; por
ende, el sentido humano en la educación
debe plantear la siguiente pregunta:
¿Qué tipo de persona se quiere formar?,
esto es, la manera cómo, a través de los
procesos de interacción con otros, el ser
humano puede ir desplegando, cultivando
y anando una serie de potencialidades
y dimensiones que hacen parte de su
especie humana. La tarea educativa
requiere tener metas claras y alcanzables,
para objetivos especícos.
Probablemente, muchos de esos objetivos
no puedan ser conseguidos plenamente
a lo largo de la tarea educativa, pero lo
importante es tenerlos claros. “Nacemos
humanos, pero eso no basta: tenemos
que llegar a serlo” (Savater, 1997, p. 47).
Para cumplir el conjunto de las misiones
que le son propias, la educación
debe estructurarse en torno a cuatro
aprendizajes fundamentales que, en el
transcurso de la vida serán para cada
persona, en cierto sentido, los pilares
del conocimiento: aprender a conocer,
es decir, adquirir los instrumentos de
la comprensión; aprender a hacer,
para poder inuir sobre el propio
entorno; aprender a vivir juntos, para
participar y cooperar con los demás
en todas las actividades humanas;
por último, aprender a ser, un proceso
fundamental que recoge elementos de
los tres anteriores. Por supuesto, estas
cuatro vías del saber convergen en una
sola, ya que hay entre ellas múltiples
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puntos de contacto, coincidencia e
intercambio. (Sigedu, 2018, párr. 6)
Flórez (2017), sostiene que:
El único ser que sabe que sabe y sabe
qué hacer con el saber es “el espíritu
del ser humano”, nos referimos sólo
al conocimiento o conocimientos, ni
a lo que hay que saber, (contenidos),
sino a ese hábito o virtud intelectual
por la cual el sujeto discierne los
conocimientos y los encuadra en una
visión de la vida (cosmovisión), que
le permite enfrentar, desde su propia
perspectiva, su mundo relacional con
sí mismo, con el otro y con los otros.
Pensar en la unidad del saber, se
debe hacer desde la unidad del “ser
humano” como centro del saber, es
decir, la unidad en quien converge la
multiplicidad de los conocimientos.
De este modo el ser humano va
dando signicado a sus elecciones y
proyecciones y así, transformando el
tiempo de nuestra vida en historia, pues
en la vida de cada hombre se seleccionan
unos momentos y se olvidan otros,
generando estructuras signicativas
desde donde se comprende el pasado
y visiona el futuro. Futuro que se
construye en la medida del encuentro
del acierto y desacierto de los distintos
y diferentes sentires y pensares ante
el conocimiento de la ciencia, técnica
y puntualmente la comprensión del ser
humano. (p. 33)
Orientación vocacional
Con la llegada del siglo XX se da una
transformación en la historia de los
pensamientos y la ciencia; en los inicios,
la orientación estaba enfocada en ayudar,
aconsejar, para vivir de una manera
tranquila y con plenitud, dado que el
propósito era construir la felicidad de las
personas y lograr, en especial, la máxima
armonía posible entre la población de una
nación.
Hablar de orientación vocacional,
profesional y consejería, es remitirse a
nales del siglo XIX en Estados Unidos,
junto con la formalización de la psicología,
ingresando con fuerza a la educación
superior, “bajo la forma de carrera y de
diplomatura de grado, donde también se
logró la organización del primer y poderoso
gremio profesional” (Di Doménico y
Vilanova, 2000, p. 3).
La orientación de la vocación, desde
este punto, surge como un mecanismo
que nace en los espacios formativos
religiosos y posteriormente escolares,
para consolidar una forma de concebir
el manejo correcto de las/os niños y
jóvenes. Como construcción social, la
vocación fue empleada como red de
relaciones de poder y jerarquía para
las y los jóvenes, como una forma
de establecer quiénes ocuparían qué
cargos y lugares de mayor o menor
prestigio y qué tipo de profesionales se
requería. (Ochoa, 2018, p. 136)
A continuación, se relaciona los pioneros
y estudiosos que marcaron la orientación
vocacional, según Bisquerra (s.f.):
E. G. Williamson (1900 – 1979)
es considerado como el principal
representante del enfoque de rasgos
y factores, en este el individuo juega
un papel preponderante. El estudio de
las aptitudes, intereses, limitaciones y
personalidad, mediante el uso de test
es una de las características distintivas.
Carl R. Rogers (1902 – 1987) concibe
la persona como un todo, que, siendo
libre, camina hacia su autorrealización
con responsabilidad. La corriente de
la orientación no directiva o terapia
centrada en el cliente nació con
la publicación de Counseling and
Psychoterapy.
[…]
Hacia nales de los años sesenta
la palabra “vocación” y sus derivados
(vocational guidance, vocational
counseling) empiezan a ser sustituidos
por el concepto de carrera. El paso
de la “vocatión guidance” a la “career
guidance” no se debe a un simple
cambio terminológico, sino a una
renovación profunda del concepto de
orientación vocacional.
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En 1987 la publicación ocial de
este organismo, que hasta entonces
se había denominado The Vocational
Guidance Quarterly, pasa a ser The
Career Development Quarterly. Con
este cambio de denominaciones
se pretender ampliar el campo de
actuación, principalmente a los adultos
y a las organizaciones (pp. 5-7)
El término ‘educación para la carrera’, es
un trabajo que se enfoca en lograr los
esfuerzos con la comunidad y el sistema
educativo, de tal manera que permita
colaborar con todos los individuos, para
que se familiaricen con la importancia de
los valores en la sociedad, dirigidas hacia
el desarrollo del trabajo, permitiendo la
articulación e integración de los valores a
la formación y estructura de la persona, lo
que le va a permitir ponerlos en marcha
en cada instancia de su vida, logrando la
graticación como individuo.
La importancia de resaltar la ética en el
contexto actual radica en los cambios
vertiginosos que se está viviendo, en
donde las realidades económicas, sociales
y políticas inuyen signicativamente
en el diario vivir del individuo; cambios
que generan la necesidad de entender
qué es bien o qué es mal, de acuerdo
a la percepción que se tiene frente a
estos términos, “entendiendo el bien,
como aquello que se ajusta a los valores
concebidos; y lo mal, aquello que se
caracteriza por la ausencia de esos valores
o de prácticas indebidas para la sociedad”
(Vilchez, 2012, p. 234).
En este escenario, es esencial indicar con
base en qué se da el comportamiento del
ser humano, el cual es movido por lo que
se entiende por justo o no, entendiendo
justicia como “aquello que es exigible a
cualquier ser racional que quiere pensar
moralmente” (Vilchez, 2012, p. 236).
Y es ahí en donde se da a entender
las acciones que dan lugar al modo de
vida del individuo; al nal, son ellas las
que desarrollan los marcos de justicia
aplicados a su vida, evidenciándose en
los principios de convivencia, los cuales
son la base fundamental de la dignidad
del ser humano. De ahí que es imperante
enseñar la ética, y este proceso debe
incluir los conceptos teóricos relacionados
con la conducta humana, los cuales en
algún momento pueden llegar a permear
las actitudes morales del ser humano.
Dentro de los factores que atentan la
conducta humana están: la personalidad,
los factores biológicos, los psicodinámicos
y los ambientales; es fundamental
reconocerlos, dado que condicionan las
conductas propias y las de los demás;
solo cuando se entiende y comprende
qué aspectos se podrá lograr cuando se
hace un cambio favorable, se enriquece
la conducta ética. Estos factores no
determinan de manera crucial el
comportamiento; pueden ser cambiantes,
condicionados a la percepción y la claridad
que se tiene frente al concepto de ética.
Frente a la personalidad, ésta encierra
“las características de singularidad,
individualidad, emociones, sentimientos
y sensibilidad que otorgan identidad e
imagen especiales a los integrantes de
los diversos grupos sociales” (Saravia,
2001, p. 25); esto implica un estilo de
vida individual y una noción frente a la
vida que se quiere llevar, que se adapta a
la construcción del individuo.
Los factores biológicos que pudieran
estar asociados a la conducta humana
se encuentran los trastornos mentales,
tales como, trastornos del humor,
trastornos de ansiedad, trastornos
asociados a consumo de sustancias y
trastornos psicóticos.
Los trastornos del humor,
principalmente la depresión mayor
caracterizada por: estado de ánimo
deprimido la mayor parte del día,
disminución del interés o para el placer,
insomnio o hipersomnia, disminución del
apetito con pérdida de peso, agitación
o enlentecimiento psicomotriz, fatiga
o pérdida de energía, sentimientos
de culpa, disminución de la capacidad
para concentrarse y pensamientos
recurrentes de muerte.
A pesar que los trastornos del humor
por su prevalencia elevada sean la
primera causa entre los trastornos
mentales que están asociados a la
conducta hay que tener en cuenta
otros trastornos mentales, tales como,
los trastornos asociados a consumo de
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sustancias, trastornos de ansiedad y
trastornos psicóticos, pueden también
si se presentan en el sujeto causar
cambios en su conducta. También, los
trastornos mentales pueden afectar el
libre albedrío de las personas. (Saravia,
2001, p. 29)
Vernant (citado por Pérez, 2017) dene al
sujeto moral como:
La persona vista en su aspecto de
agente, el yo considerado como fuente
de actos de los que no es solamente
responsable ante otros, sino con los
que se siente a si mismo interiormente
comprometido, es responsable hoy de
lo que hizo ayer, y que experimenta
con tanto mayor fuerza el sentimiento
de existencia y de su cohesión interna
cuanto que sus conductas sucesivas
se encadenan e insertan en un mismo
marco. (párr. 2)
MacIntyre (1984) plantea:
La posibilidad de colegir la presencia
de un agente moral, autónomo, cuando
está por encima de todo determinismo
posible, ser un agente moral, es
precisamente ser capaz de salirse de
todas las situaciones en que el yo está
comprometido, de todas y cada una
de las características que uno posea
y hacer juicios desde un punto de
vista puramente universal y abstracto,
desgajado de cualquier particularidad
social. (p. 51)
Foucault (citado por Gil Fernández, 2018)
sostiene que, hablar de sujeto moral,
en contraposición al concepto de agente
moral, es hablar de un sujeto, de un
modo de subjetivación, de la práctica de
sí, de un conjunto de prácticas y hábitos
que le imponen la prueba de hallar los
motivos que le permitan dominarse, como
conviene que lo haga un hombre libre, que
no sea esclavo de nadie; esto es, ni de
otro, ni de él mismo. Foucault considera
que una acción moral no debe reducirse
a la relación entre un acto y un código,
o a seguir reglas o leyes; toda acción
moral involucra una determinada relación
consigo mismo; no es simplemente tener
conciencia de sí, sino, constituirse como
sujeto moral.
Galván (2017) maniesta que “su
interrogación ética no sólo consiste en el
análisis de las verdades y de los deseos
que determinan nuestras condiciones
morales, sino que es un proceso” (p. 16)
y, citando a Foucault, arma que:
el individuo circunscribe la parte de
sí mismo que constituye el objeto de
esta práctica moral, dene su posición
en relación con el precepto que sigue,
se ja cierto modo de ser que valdrá
como realización moral de sí mismo,
se empeña en conocerse, se controla,
se experimenta, se perfecciona, se
transforma. (p. 16)
La orientación vocacional en la
educación básica y media desempeña
un rol fundamental para garantizar una
adecuada transición entre los estudios
secundarios y la educación superior,
dado que es fundamental que garantiza
un asesoramiento y mecanismos de
autorreconocimiento de las competencias
psico-afectivas y cognitivas que aportan
para la formación de las habilidades
profesionales.
De acuerdo con el Observatorio de
Educación de la Universidad del Norte,
“la transición de la Institución Educativa
hacia los estudios superiores o hacia
el mundo laboral, es un momento
fundamental para los adolescentes y
jóvenes en la construcción de un plan
de un plan de vida posible” (Said, 2014,
p. 8)
Las demandas actuales del mercado a
nivel global exigen profesionales idóneos
y competentes, no solo a nivel de los
conocimientos técnicos de cada área de
estudio, sino como personas integrales,
donde las competencias psicosociales
estén bien fundamentadas y, que sean
intrínsecas a la misma condición humana,
como la ética y la moral, lo que se
representa en la adecuada selección de los
estudios profesionales a seguir, dado que
se considera una de las decisiones más
importantes del ser humano, y en especial
de los jóvenes, porque de ésta depende
su adecuada formación, afectando todo
su contexto familiar, institucional y social.
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En el país se ha venido ejecutando planes,
programas y estrategias enfocadas
en garantizar una buena orientación
vocacional, dado que uno de los
indicadores que más reeja la debilidad
en la misma y, es la causa de la deserción
de muchos estudiantes, en especial en
los primeros tres semestres; incluso,
algunos llegan a cursar varias carreras,
sin culminar con éxito alguna, todo
esto basado en una falta o inadecuada
orientación vocacional. Adicional, muchos
de ellos no cuentan con la orientación
efectiva por parte de su familia, sea por
desconocimiento, por falta de tiempo o,
por desinterés en la formación del joven,
generando incertidumbre, reejada al
culminar los estudios de bachillerato, al
no tener claridad frente a sus opciones
para estudiar y para trabajar, implicando
que escojan una carrera, sin tener en
cuenta las consecuencias de su decisión.
Según Betancourth (2016), el gobierno
nacional ha indicado que es responsabilidad
de las
instituciones de educación media y
superior, impartir una buena orientación
vocacional y profesional a los futuros
jóvenes universitarios, toda vez que es
la universidad de donde debe salir el
conocimiento, la investigación y todas
aquellas herramientas que permitan al
estudiante desenvolverse en la actual
sociedad cambiante. (p. 17)
Como evidencia de lo anterior, Colombia
es uno de los países en donde se da una
mayor oferta de estudios de pregrado, y
esta situación lo que hace es agobiar y
confundir a los jóvenes recién graduados
del bachillerato, situación que afecta la
estabilidad familiar, los ingresos familiares,
producto de los cambios constantes de
carreras.
En el caso particular de Colombia, se
hace referencia a que la orientación
profesional ha sido incluida ya
hace varias décadas dentro de los
estamentos educativos legales, los
cuales han ido cambiando según en
desarrollo de las propuestas educativas
vigentes; en estos no solo se estipula la
prestación del servicio de orientación,
sino que también se delimita que
los orientadores son profesionales
universitarios graduados en orientación
educativa, psicopedagogía o en área a
n. (Betancourth, 2016, p. 18)
A continuación, se indica aquellos estadios
en los que el gobierno nacional ha venido
realizando programas y planes en pro
de otorgar una adecuada orientación
vocacional, dado el impacto social y
económico que esta situación viene
ocasionando. Gutiérrez, Galindo y Vargas
(2020) expresan:
Por decreto Ley N°3457 de 1954
se crearon, bajo la dependencia
del Ministerio de Educación, seis
institutos de estudios psicológicos y
de orientación profesional, sin que
llegara a determinar explícitamente el
emplazamiento de los mismos. Para su
organización y trabajos preliminares se
estableció un organismo denominado
‘Ocina de coordinación de los
Institutos de Estudios Psicológicos y de
Orientación Profesional’.
Dicha ocina, en 1958, se denominó
Centro de Psicotecnia y Orientación
Profesional. Para el año 1960 pasa
a llamarse Sección de Orientación
Profesional, dependiendo de la ocina
de servicios técnicos del MEN.
El MEN la dene, para el año 1968
como Orientación pedagógica,
dependiente del Bienestar Educativo,
cuya nalidad es iniciar programas
de educación educativa. Dos años
después se establecen los servicios de
orientación y asesoría escolar en los
INEM (Institutos de Enseñanza Media
diversicada). Para el año 1974 se
establecen las funciones del programa
y de los especialistas en Orientación y
Asesoría Escolar. Esto posibilita que en
las instituciones educativas le dé mayor
importancia a esta gestión. Para el año
1982, el MEN dene las funciones de
los diferentes profesionales que laboran
en el servicio de orientación.
En el año 1984 se establecen los planes
de estudio para los diferentes niveles de
la educación en Colombia, incluyendo
la orientación escolar mediante el
Decreto 1084, artículo 10, dene que la
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orientación escolar debe facilitar a los
alumnos la interpretación, integración
y proyección de sus experiencias en
función de su desarrollo personal y
social. La orientación vocacional, como
parte de la orientación escolar se debe
desarrollar a través de todo el proceso
educativo, facilitando al estudiante
el conocimiento de sus aptitudes,
interese y necesidades que le ofrece el
medio con el n de que pueda tomar
decisiones responsables sobre su
futuro.
En la Ley 11 5 en el artículo 5, se indica
que el desarrollo se asume como un
proceso cultural, biológico, complejo y
personal, orientado hacia la formación
integral del ser humano, el cual le
permite expresar lo que siente, piensa,
le permite de igual forma interactuar
con el otro, compartir sus vivencias para
logar su autonomía. (p. 19/13/17/18)
3. Conclusiones
La orientación vocacional solo se entiende
desde la maduración escolar en estado de
acompañamiento, que implica el paso del
desarrollo individual a las bases generadas
por el orientador (a) escolar que, con el
seguimiento permanente modica los
imaginarios hacia la toma de decisiones
a corto, mediano o largo plazo, que son
codicadas en la interacción individuo-
mundo, percepción inconsciente y
reconocimiento de pautas generadas en
el aprender para aprehender.
La vida no solamente es pasar un día tras
otro sin tener propósitos por alcanzarlos o
mejorarlos; es sentirse útil, importante y,
proyectarse a nuevos cambios. Aprender
a vivir implica estar consciente de lo
que cada uno desea para ser feliz; no
desanimarse si en los primeros intentos no
lo logra a cabalidad. Saber vivir requiere
tener conocimiento personal de sí mismo;
es conocer las fortalezas y habilidades
para explotarlas al máximo en las metas
que nos hagan felices y saber cuáles son
las debilidades que, en algún momento,
puedan ser un problema para alcanzar.
Las incertidumbres siempre van a estar
presentes en la vida del ser humano; lo
importante es enfrentarlas, analizarlas y
no dejar que sean obstáculo para sentirse
bien. Vivir con libertad contribuye a la
felicidad, respetando leyes, normas,
principios y valores acorde a las
competencias profesionales, laborales y
humanas.
Es esencial indicar que la situación de
desigualdad que tiene el país también se
ve reejada en la orientación vocacional,
dado que ésta se orienta de forma
adecuada y pertinente en aquellas
instituciones de educación básica y media
privadas y, en especial, aquellas que se
ubican en estratos sociales altos; mientras
que, las instituciones públicas no brindan
a cabalidad el proceso de orientación
vocacional, situación muy marcada en
zonas rurales, en donde ni siquiera se
orienta a los jóvenes, generando con
ello que la brecha de la desigualdad en
ingresos y oportunidades laborales sea
cada vez más grande.
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