Conductas proactivas y prosociales en niños de preescolar de la Institución
Educativa Madrigal San Francisco de Asís - Policarpa, Nariño
Revista Criterios - 29 (1) Enero- Junio 2022 Rev. Criterios - pp. 132-147
ISSN: 0121-8670, ISSN Electrónico: 2256-1161,
https://doi.org/10.31948/rev.criterios
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia.
Nancy Andrea Belalcázar-Benavides
Claudia Johana Segura-Landazuri
Leidy Elizabeth Valenzuela-Cabrera
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toma de perspectivas, la empatía, el estado
emocional; es decir, “la conducta prosocial
está mediada o determinada por numerosos
factores situacionales y de personalidad” (Auné
et al., 2014, p. 21).
En la subcategoría Cooperación, se encontró que
los niños demuestran, según GF3PDF (1, 2, 3,
4, 6): “los padres de familia, habilidades como,
liderazgo, colaboración y buena comunicación
al trabajar en equipo”. Al igual que los docentes,
quienes declararon que GF4DD (1, 2, 3, 4),
a través de juegos, trabaja en conjunto con
alegría e indisciplina y, además, demuestra
actitudes colaborativas y de impaciencia. Así lo
reveló esta investigación, con los testimonios de
los participantes que indicaron que, “durante el
juego, en su mayoría los niños se impacientan
y se desesperan, empujan a los demás, quieren
que las cosas se hagan rápido y no esperan
con calma su turno”. Ahora bien, revalidando
otras investigaciones que han demostrado una
relación directamente proporcional en la que
describen que, cuanto más alto es el nivel de
empatía, mayor es la conducta cooperativa,
aspecto de vital trascendencia para entender
por qué a veces se actúa de forma particular,
considerando la posibilidad de que no se
obtenga ningún benecio objetivo (Urquiza y
Casullo, 2006, p. 74).
En otras palabras, los niños de la IE Madrigal San
Francisco de Asís, demuestran poca empatía
en este caso, ya que presentan actitudes de
impaciencia al momento de ceder o esperar
su turno durante el juego o, en el desarrollo
de otras actividades que así lo requieren,
raticando que, “las interacciones positivas con
los otros incluyen la ayuda, compartir, colaborar
o apoyar a otra persona” (Suárez-Berrío, 2012,
p. 39). Por otro lado, es importante reconocer
que, siendo la impaciencia el querer las cosas
inmediatamente sin admitir las demoras
inevitables, es algo muy propio de los niños
pequeños.
También se comprobó que los niños tienen
habilidades, destrezas y dicultades para
desarrollar actividades en grupo, como lo
expresaron directivos, docentes y padres de
familia:
A los niños, en su mayoría, les gusta
participar del trabajo en equipo; son
respetuosos, colaboradores, interactúan,
proponen ideas, sacan a ote sus talentos,
demuestran destrezas motrices y habilidades
como liderazgo, colaboración y buena
comunicación; se divierten, se organizan;
cada uno cumple su rol en el equipo y
demuestran sus habilidades, pero otros,
al trabajar en equipo se distraen y no se
concentran; son agresivos y egoístas.
Esto conrma lo planteado por Viel (citado por
Jara, s.f.) respecto al trabajo en equipo: “es
un método de trabajo colectivo ‘coordinado’
en el que los participantes intercambian sus
experiencias, respetan sus roles y funciones,
para lograr objetivos comunes al realizar una
tarea conjunta” (p. 1).
Los niños, con su desarrollo, demostraron
destrezas; esto es, la capacidad o habilidad
para realizar algún trabajo y, lo hacen
especialmente en conjunto con sus compañeros,
corroborando que, por medio del trabajo grupal
se observa la participación activa, reexiva y
propositiva de cada individuo, aportando sus
capacidades, conocimientos y habilidades en
pro de la consecución de un bien común, lo
cual ratican Auné et al., (2014), con relación
a “la importancia del desarrollo de la conducta
prosocial, porque permite pensar que el trabajo
en equipo es la interacción social que integra
el uso de las capacidades humanas para una
nalidad colectiva de apoyo social” (p. 33).
En cuanto a la solidaridad, según la observación
directa y los aportes realizados en los grupos
focales, se corroboró en los argumentos de los
padres de familia y los docentes, que los niños
evidencian manifestaciones de compasión por
los demás con expresiones de consuelo, cuando
alguien cercano está triste, llorando o necesita
ayuda porque tiene dicultades: “demuestran
que son solidarios con sus compañeros, los
ayudan, les colaboran, les dan paso, los
esperan, les dan la mano y los levantan si
se caen; comparten alimentos”. Al respecto,
Lyness (2016) sostiene que “la tristeza es una
emoción humana natural” (párr. 2). Los niños
sienten y transmiten; “el contagio afectivo,
siendo un fenómeno que se maniesta cuando
observamos el estado emocional de otro y nos
contagiamos de dicho estado sin necesidad de
comprensión alguna. Este estado puede ser el
de alegría o tristeza” (Fernández-Pinto et al.,
2008, p. 297).
Finalmente, en la subcategoría ‘Ayuda’, en
cuanto a la ayuda física y verbal, se encontró
en el trabajo de campo y en el análisis de esta
subcategoría que, los niños de la IE muestran
interés por el estado emocional en el que se
encuentran los demás y, generan acciones
para favorecer a los pares en situaciones de
dicultad. Se corroboró, con argumentos de los
directivos, padres de familia, docentes y por
medio de la observación directa, que los niños,