Sembrando saberes en tierras de vocación: reflexiones desde la práctica clínica con estudiantes

Resumo

La práctica clínica se presenta como un escenario donde la formación en enfermería trasciende lo técnico para convertirse en una experiencia profundamente humana. A través del acompañamiento docente, los estudiantes se enfrentan a su primer contacto real con los pacientes, vivenciando emociones como ansiedad, empatía, temor y entusiasmo, que permiten moldear su vocación y fortalecer su identidad profesional. La experiencia clínica posibilita integrar teoría, habilidades técnicas y cuidado humanizado, sustentado en referentes como las teorías de Kristen Swanson y Jean Watson, que destacan la importancia del compromiso, la presencia y la sensibilidad en el acto de cuidar.

En los diferentes servicios asistenciales —urgencias, hospitalización, consulta externa y quirúrgicas— los estudiantes han desarrollado competencias esenciales como la administración segura de medicamentos, la realización de curaciones, la toma de signos vitales, la instalación de catéteres y el acompañamiento en procedimientos médicos. Estas actividades fortalecen el juicio clínico, el pensamiento crítico y la responsabilidad ética. Asimismo, el aprendizaje a partir de la observación, fundamentado en el modelo de aprendizaje social de Albert Bandura, permite comprender el valor del ejemplo docente en el proceso formativo.

Para la docente, esta experiencia representa un camino de crecimiento profesional y humano, donde enseñar también implica aprender. La interacción con los estudiantes reaviva el sentido de la vocación y reafirma la importancia del acompañamiento emocional y académico en las primeras etapas de la formación clínica. Sembrar saberes en los escenarios de práctica se convierte así en un acto transformador que forma profesionales competentes y seres humanos sensibles, comprometidos con el cuidado integral y la dignidad del paciente.